En esta columna de opinión la psicóloga Gloria Bustamante Morales, convoca a enfocarnos en la situación que están viviendo las niñas cotidianamente a partir de la información recopilada en el XVI Informe de Derechos Humanos de las Mujeres, presenta las constantes violencias a las que se ven expuestas niñas y adolescentes a diario y los mecanismos de autoprotección que ellas están implementando en medio de una sociedad que aún no concreta alternativas para velar por su bienestar. Una reflexión a propósito del día internacional de la niña que se celebra en octubre.
Por Gloria María Bustamante Morales
Columnista invitada
La niña corre en medio de la noche,
su cuarto le parece tan lejano
como una promesa
y la casa se le ha vuelto un pasadizo extenso.
Le persigue un olor a cantina,
el padre confuso corre tras ella.
Son 9 años de miedo
y la violencia se repite en el silencio
angustioso de su madre.
Encuentra que la cama
contra el suelo
es una puerta a un hogar lejano,
se acurruca allí
ensilencia la respiración
(…) pero un ensordecedor tutum, tutum, tutum
le queda para siempre en el recuerdo.
Gloria María Bustamante Morales. Poema: El miedo (2008)
En la Ciudad de Medellín asistimos a una creciente violación a los derechos de las niñas. En el pasado XVI informe de derechos humanos de las mujeres y las niñas, la Corporación Vamos Mujer, la Corporación para la vida Mujeres que Crean y la Corporación Educativa Combos, mostraron que «En Colombia las mujeres menores de 18 años constituyen el grupo con más alto riesgo frente a la ocurrencia de delitos sexuales, siendo las víctimas en el 85% de los casos aproximadamente, lo que constituye un claro incumplimiento de la institucionalidad frente a los mandatos internacionales y a la normatividad nacional en materia de protección de los derechos de la niñez y de las mujeres. A su vez, al analizar el comportamiento en función del ciclo vital, se encuentra que las niñas entre los 10 y los 13 [años] son las más vulnerables» (2018, p.11).
Quisimos para este informe escuchar la voz concreta de las niñas, ponerles rostro a las cifras, conocer sus experiencias. Las buscamos en las comunas: 3 (Manrique), 5 (Castilla), 6 (Doce de Octubre), 7 (Robledo), 8 (Villa Hermosa) y 10 (La Candelaria) y en dos corregimientos: 60 (San Cristóbal) y 70 (Altavista). 224 niñas nos contaron sus historias con palabras y símbolos representados en cartografías del barrio, donde ubicaron lugares riesgosos, tipos de agresiones, agresores y contextos.
«A las más pequeñas es porque están muy chiquitas y las empiezan a tocar, y es que las manipulan muy fácil, les dicen que no pueden hacer esto porque matan a su familia, entonces las niñas con más razón se quedan calladas.» expresó una de las niñas que participó en la investigación.
Aunque hay algunas diferencias territoriales relacionadas con narcotráfico, conflicto armado o consumo de sustancias psicoactivas, las niñas nos hablaron en todos los territorios de abuso sexual, violaciones, explotación, agresores conocidos en su mayoría, pero también desconocidos, violencia sexual en la calle y en la casa, en tiempos de paz y de guerra. Ellas sienten miedo de estar solas, de salir a la calle, de la noche, de los espacios boscosos. Han renunciado en muchos casos a su derecho a la recreación o a su libertad para vestirse. Se han ido creando cercos o fronteras invisibles pero esta vez por protegerse de los acosos callejeros, de las violaciones. Ellas evitan lugares, personas, grupos, horarios, masculinizan su atuendo y sus relaciones; en un acto desesperado por protegerse, restringiendo así sus derechos básicos.
Estos crudos testimonios que recibimos en medio de la investigación que se publica en el XVI Informe de Derechos Humanos de las Mujeres, nos develan varias conclusiones:
-La voz de las niñas no es escuchada. Se infantilizan sus denuncias como una estrategia para negar o deslegitimar lo que les ocurre.
-El acuerdo Municipal 020 del 2011, donde se formula la política para la atención y prevención de las violencias sexuales es un buen acuerdo, pero de papel. En él se proponía, entre otras cosas, un observatorio para hacerle seguimiento a la problemática y un comité municipal donde debían comprometerse varias secretarías en el desarrollo de un plan que diera respuesta a esta situación; sin embargo, ninguno de los dos está en funcionamiento en este momento.
-La violencia sexual contra las niñas y mujeres es una estructura de relacionamiento desde la dominación, donde se amplía la superioridad de un género aplastando y sometiendo al otro. Esto quiere decir que no basta una ruta de atención (que en la mayoría de los casos es inoperante), sino que es necesario desarrollar proyectos preventivos que actúen desde la formación para cambiar los roles tradicionales de género. Por ejemplo, trabajar con niños otras masculinidades y con niñas sus derechos sexuales y derechos reproductivos.
-Es necesario que como sociedad civil hagamos veeduría a los acuerdos y convenciones firmadas para contrarrestar la violencia contra las niñas y las mujeres y exijamos hechos concretos que garanticen nuestros derechos.
-Volvamos la mirada hacia las niñas: ¿cómo están viviendo?, ¿qué les pasa y de quién es la responsabilidad de devolverles el derecho a la libertad, a vivir sin miedo?
Gloria María Bustamante Morales nació en Medellín. Es poeta, psicóloga, magíster en educación y desarrollo humano. Socia fundadora y coordinadora de investigación en la Corporación Educativa Combos, ONG que defiende los derechos de las niñas, niños y mujeres desde hace 25 años.