Economía

Sin igualdad de género no hay cooperativismo

Por 30 enero, 2020 Sin comentarios

Imagen tomada de www.fundaciocreativacio.org

Enfrentar las desigualdades sociales es un compromiso del cooperativismo, plantearse la igualdad de derechos y oportunidades para hombres y mujeres es su responsabilidad ética.

Desde sus inicios, el cooperativismo ha buscado transformar las diferentes desigualdades sociales, pero la pregunta por las desigualdades de género apareció recientemente; sin embargo, la economía solidaria puede aportar elementos importantes para revertir las condiciones desfavorables que afectan a las mujeres dentro de la economía capitalista. 

María Eugenia Pérez Zea, presidenta de Ascoop y del Comité Mundial de Equidad de Género de la Alianza Cooperativa Internacional ACI , resalta que «uno de los principios del cooperativismo es que no debe existir el sexismo porque hombres y mujeres son iguales. Por esta razón desde 1998 se lanzó la plataforma de equidad de género en ACI Américas que ha venido creciendo pero de forma lenta porque es casi que una transformación en la cultura».

Y no se puede esperar menos que la búsqueda de la equidad de género en el movimiento cooperativo, ya que estas entidades «fueron las primeras formas asociativas o empresariales que permitieron la participación de las mujeres en la economía». Las Hilanderas de Fenwick fue la primera cooperativa creada por mujeres en 1769 en Escocia; luego La Sociedad de los Pioneros de Rochdale, fundada bajo la consigna de que cualquiera podía unirse sin restricciones de género, color de piel o religión, fue la cooperativa que en 1844 aceptó a la primera mujer asociada entre sus integrantes. «Pero realmente es avanzado el siglo XX que las mujeres empezaron a empoderarse y a hacer parte de las directivas de las este tipo de organizaciones», añadió Maria Eugenia.

¿Cómo fomentar la igualdad de género desde el cooperativismo?

 

La equidad de género no se limita a que las mujeres puedan hacer parte de las cooperativas como empleadas o asociadas; la igualdad tiene que alcanzar también las esferas en donde se desarrolla el ejercicio del poder, como por ejemplo en la representatividad, en los cargos directivos que ocupen, en las asambleas como delegadas y haciendo parte de los consejos y comités para la toma de decisiones.

En primer lugar «se debe realizar un análisis o diagnóstico de género al interior de cada cooperativa, porque dependiendo de su actividad económica, de las necesidades de la base social y de quienes trabajan en la organización, se pueden tomar decisiones sobre las acciones a implementar para cumplir con este objetivo y así garantizar que hombres y mujeres trabajemos por la equidad de oportunidades y de derechos», recomendó como experta en género y cooperativismo, Maria Eugenia Pérez Zea. 

Otra idea clave que ella sugiere es entender «qué es lo que las mujeres queremos y necesitamos al interior de cada organización, para así poder generar los espacios de participación permitiendo que las mujeres se empoderen y cumplan la responsabilidad social y ética que tenemos con nuestras organizaciones y con la sociedad». 

Para esto es necesario generar políticas de equidad de género al interior de las cooperativas, de lo contrario es muy difícil tomar las medidas necesarias para alcanzar la igualdad de oportunidades y derechos entre hombres y mujeres. «Los programas de género deben contar con presupuestos y planes de trabajo para ejecutarlos, con comités de género que se dediquen a pensar una estructura de la cooperativa que responda a las necesidades de hombres y de mujeres, con actividades lúdicas y pedagógicas que permitan sensibilizar y formar a las personas en perspectiva de género», afirmó la presidenta de Ascoop. 

Y hablamos de hombres y mujeres porque las nuevas masculinidades también toman relevancia para la igualdad ya que los hombres tienen sus propias necesidades: «por ejemplo, ellos están expuestos al rechazo o a la estigmatización cuando piden permisos para ir a cuidar a sus hijos e hijas o para acompañarles citas médicas; igualmente pasa cuando un hombre se muestra sensible o expresa emociones que culturalmente están asociadas con la feminidad»; por eso para María Eugenia Pérez es importante que en las cooperativas existan dinámicas que permitan que las personas puedan ser como lo elijan. 

Eliminar la brecha salarial, generar espacios seguros sin violencia contra las mujeres, desaparecer el acoso sexual en contextos laborales, sumado a otras prácticas como «prevenir que las personas que trabajan en las cooperativas sean maltratadas en sus familias o sancionar que sean personas maltratadoras con sus familias, porque alguien así no puede trabajar en una cooperativa», son algunos de los elementos claves para  pensar las transformaciones culturales para la igualdad de género al interior de las cooperativas de acuerdo con María Eugenia. 

Desde el comité de equidad de género de la ACI se ha buscado que las cooperativas en su interior implementen políticas de equidad para su base social y para sus empleados y empleadas ya que las necesidades varían entre cada cooperativa y entre cada grupo de personas. Nos cuenta María Eugenia que desde el comité que ella preside se han desarrollado foros y seminarios y que algunas de las cooperativas afiliadas a ASCOOP cuentan con políticas de género; cooperativas como Coomeva y Confiar tienen diagnósticos de género que les han permitido crear planes de acción para la ejecución estas políticas. 

Pensar este tema en términos de los seguros, la salud, los servicios financieros, y las condiciones laborales, entre otros, es fundamental para contribuir a cerrar las brechas de género existentes en nuestra sociedad y por eso es una responsabilidad ética en todos los aspectos de la actividad cooperativa.

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