Economía

Sin autonomía económica no hay vida libre de violencias

Por 25 noviembre, 2019 Sin comentarios

La desigualdad económica entre hombres y mujeres es una de las raíces de la violencia de género

Por Angie Cardona

La violencia de género es una problemática de discriminación y de vulneración de derechos humanos que se ha visibilizado a nivel mundial, y aunque este 25 de noviembre se cumplen 20 años de la declaración institucional del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres por parte de la ONU, como sociedad estamos lejos de lograr su erradicación, pues la desigualdad económica estructural que sufren las mujeres las hace más vulnerables a las violencias que pueden ejercerse contra ellas, especialmente cuando están en condición de dependencia económica o en situación de pobreza. 

Si bien hoy en día algunas mujeres han logrado insertarse al sector remunerado de la economía (41,6% DANE 2019), muchas lo hacen en condiciones precarias, con bajos salarios o condiciones de informalidad; otras mujeres no acceden a recursos económicos propios y dependen económicamente de sus parejas. La dependencia económica no se da solo por la falta de recursos propios, también ocurre cuando la pareja controla y decide sobre los recursos y bienes de su compañera; esto significa que aunque las mujeres trabajen pueden ser víctimas de violencia de género.   

La falta de autonomía económica es un factor de riesgo para sufrir situaciones de violencia de género; de acuerdo con ONU Mujeres «el control económico es una forma bastante eficaz de dominación masculina porque refuerza la “autoimagen” de vulnerabilidad de las mujeres, permite delimitar sus rutinas cotidianas, favorece su aislamiento social y permite que se les manipule respecto al bienestar y la manutención de los hijos e hijas».

Las manifestaciones de violencia por dependencia económica suelen estar orientadas a la restricción de la autonomía financiera, física y política; algunas manifestaciones se presentan a través de limitar la toma de decisiones, controlar la forma de vestir, prohibir actividades sociales o familiares, negar la posibilidad de estudiar, impedir cualquier forma de emprendimiento económico, apropiarse de los recursos materiales obtenidos y descartar la posibilidad de participar libremente en política. Estas dinámicas pueden incluir la manifestación de otras formas de violencia psicológica, física, económica o sexual. 

Además de ponerlas en riesgo, la dependencia económica también restringe la posibilidad de romper con los ciclos de violencia; muchas mujeres no se atreven a denunciar o frenar a la violencia ejercida contra ellas porque no cuentan con una opción de subsistencia fuera del hogar, como por ejemplo la ausencia de una vivienda propia. Según la economista 

Ingrid Dulcey Jeréz «la vivienda propia tiene un efecto protector frente a las violencias, dado que disminuye el estrés económico, aumenta el estatus de la mujer y facilita la resolución del conflicto». Esto significa que a mayor autonomía económica, las mujeres se ubican en una mejor posición para romper los ciclos de violencia. 

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Si bien la dependencia económica no es el único factor causante de violencias hacia las mujeres (también existe la dependencia emocional, la coerción física o las amenazas), lograr una autonomía económica y una igualdad de derechos entre hombres y mujeres sí es un paso fundamental para contribuir a la erradicación de las violencias de género.

Mientras las mujeres tengan menos propiedades, ocupen tasas de desempleo e informalidad más altas, ganen menos que los hombres, tengan doble jornada laboral y realicen más trabajo doméstico no remunerado, las violencias de género persistirán porque estas desigualdades mantienen la jerarquía de los hombres sobre las mujeres generando discriminaciones y exclusiones simbólicas y materiales. 

Ante esta realidad se hace urgente que las acciones para disminuir las violencias de género se centren en programas educativos y de empleo digno para las mujeres, que contribuyan a cerrar las brechas de desigualdad económica frente a los hombres; garantizar la autonomía económica de las mujeres es una deuda para contribuir a eliminar las violencias, a propósito de este 25N.  

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