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Se «queman» las futbolistas

Por 10 marzo, 2019 octubre 18th, 2019 2 Comentarios

 

Imagen de Brigitte Werner

Ante las denuncias que integrantes de la Selección Femenina de Fútbol Sub-17 y Mayores han realizado sobre presuntos casos de acoso sexual y maltrato laboral, nuevamente se producen voces de rechazo y de alerta sobre las condiciones laborales de las mujeres y en relación al tratamiento de las violencias contra las mujeres en todos los ámbitos de la vida social y más precisamente en la práctica del fútbol profesional colombiano.

Columnista invitada: Carmen Mendivil Calderón

Luego de que la Federación Internacional de Futbol, FIFA, lanzara una estrategia para aumentar la participación de las mujeres en este deporte y reglamentar la conformación de las ligas y clubes femeninos, a Colombia parece que le está quedando grande el fútbol femenino. Ya se ven los dirigentes deportivos «encartados» con lidiar con las futbolistas en un «mundo de hombres», en especial cuando se están revelando los casos de acoso y abuso sexual y laboral contra las jugadoras de las ligas profesionales Sub-17 y de Mayores.

Nuestro deporte pasión sigue reproduciendo las mismas condiciones desiguales y de violencia que viven las mujeres en otros espacios de trabajo. En agosto de 2018 se conoció el caso de violencia sexual por parte de un entrenador de fútbol en el Huila que embarazó a una menor de 12 años, otros casos de abuso fueron denunciados en Barranquilla en las ligas de Pesas y de Lucha en el Atlántico y la lista es interminable si agregamos las múltiples denuncias de abuso sexual en el ámbito deportivo a nivel mundial.

En los últimos días han sido conocidas las denuncias que han realizado futbolistas colombianas por acoso sexual y por las condiciones en las que ellas han debido desarrollar su trabajo. Frente a estos hechos, ligeras voces han reprochado con desparpajo: ¿y por qué no denunció antes?. Para entender esta situación y el extremo al que se llega, es necesario comprender algunos factores que inciden en el silencio. Primero, pensemos en una niña o joven deportista que tiene el talento y la pasión por su deporte, en este caso el fútbol. Pareciera tonto, pero al inicio ella debe convencer a su familia para practicarlo, pues tradicionalmente ha sido un deporte asignado a los niños y ese será el primer obstáculo a superar. Luego de lograr el apoyo familiar (en el mejor de los casos), se debe enfrentar a las críticas en el vecindario, la escuela y demás conocidos de la familia que consideran que es un deporte «solo para hombres».

A pesar de lo anterior, persiguiendo sus sueños, inicia el entrenamiento y frente a la posibilidad de ser convocada al equipo nacional, porque también quiere (y tiene el derecho) ser profesional en el fútbol se prepara para ello, sigue las instrucciones de un entrenador (generalmente varón) a quien confían ella y su familia su preparación física. Hasta este punto no ha sido nada fácil y una vez esta joven llega al lugar donde quería y merecía estar por el talento y capacidades demostradas, la realidad le golpea en la cara al darse cuenta que a pesar de estar allí, no es tratada como profesional, su superior la manipula, le infunde miedo, un miedo que paraliza la sangre. Un miedo al que han sido sometidas las jóvenes de la Liga Sub-17 al narrar la forma en cómo la misma institución las acomodaba en el hotel en un cuarto que a través de una puerta tenía acceso a la habitación del preparador físico, el mismo hombre que las intimidaba con miradas, tocamientos y propuestas sexuales. Cuando se dimensiona cómo opera un abusador de poder, se entiende a las víctimas.

Casos de abuso sexual se conocen todos los días en nuestro país. Y el agresor sexual opera siempre de la misma forma: intimida, amenaza y manipula en la casa, el barrio y en la cancha de entrenamiento. No está loco, no es un enfermo, es un hombre que calcula cada palabra que dice para aprovechar su situación de poder.

Además de los casos de intimidación por acoso sexual en la Sub-17, también están en riesgo los derechos laborales de las futbolistas en la Liga profesional. ¿Por qué ellos sí y nosotras no? esta podría ser la pregunta que ha movilizado la historia de las luchas por los derechos civiles, políticos y laborales de las mujeres. Y esta fue la misma pregunta que se hicieron las jugadoras cuando vieron cómo les negaban los derechos que le otorgan sin miramientos a sus colegas hombres. Con la conmemoración del 8 de marzo, recordamos la tragedia de las mujeres en California que da lugar al Día Internacional de la Mujer Trabajadora, cuando más de un centenar de mujeres a inicios del siglo XX demandaban a su jefe un trabajo digno y salarios similares al de sus colegas hombres en una fábrica textil. Frente a la protesta el patrón decidió encerrarlas y en un incendio murieron en una justa reclamación 123 mujeres.

Hoy, 111 años después, las realidades han cambiado pero el problema de base sigue siendo el mismo. Similar a la tragedia de California, las mujeres se están «quemando» en el fútbol cada vez que sus dirigentes les dan la espalda y entrenan bajo la intimidación del acoso sexual y laboral. Se «queman» las futbolistas porque el silencio ensordece mientras se repletan media hora los noticieros hablando del fútbol masculino y no se analizan los dramáticos casos de acoso y abuso sexual y laboral en contra de las jugadoras. Se «queman» las jugadoras cuando al primer asomo de denuncia sus dirigentes niegan sus reclamos y elimina la Liga Femenina.

El fútbol femenino está sentando un precedente para que otras generaciones de deportistas en Colombia gocen de condiciones dignas para desarrollar sus talentos y representar a toda una nación en una cancha. Esta ha sido la historia de las luchas de las mujeres por sus derechos. Pasó en California con los derechos laborales, guardando las proporciones, pasa en Colombia con los derechos laborales en el deporte para las mujeres. La voz de una que se atrevió a denunciar, aunque sea de forma tímida por temor, está llamando a otras más que se suman en un MeToo por el deporte femenino. La fuerza de sus cuerpos deberá impulsar también la fuerza de sus voces, y esto no lo parará nadie a pesar de la seguridad que supongan sus altos y permanentes cargos.

Es un momento crucial para que se dé ejemplo de cómo se hace justicia en Colombia, de cómo se trabaja para lograr la equidad laboral para hombres y mujeres, y de cómo lograremos como sociedad superar la exclusión que sufren las mujeres deportistas por «atreverse» a entrar a un mundo asignado a los hombres.

El fútbol femenino será una muestra de cómo nuestro país realmente avanza hacia la equidad entre los géneros, cuando las deportistas sientan que no están solas, cuando las rodeemos como sociedad y les creamos sin condenarlas por no denunciar a tiempo, (porque siempre será a tiempo), cuando sus colegas hombres también se sumen al apoyo y propongan un trato justo como ya está empezando a pasar, cuando las protejamos desde el Estado para que no sientan miedo de denunciar, cuando sus dirigentes deportivos las hagan sentir valiosas como profesionales y cuando exista un sistema que vigile que los entrenadores realmente potencien el talento para que más mujeres nos sigan representando en torneos deportivos y no se amenace su futuro. Por un deporte incluyente para todas y todos en Colombia, que no se “quemen” las futbolistas.

Carmen Mendivil Calderón es comunicadora social y periodista, maestrante en Sociedad, Género y Políticas Públicas. Lidera el proyecto Poderosa. Cuenta con experiencia en docencia e investigación, es consultora y experta en el diseño y ejecución de proyectos de desarrollo con enfoque de género, equidad, comunicación para el cambio social y derechos sexuales y reproductivos. Pertenece al Comité de América Latina para la defensa de los derechos de la Mujer (CLADEM) y a la Red Colombiana de Periodistas con Visión de Género en su nodo Caribe.

En la actualidad, dirige el Centro del Saber y la Investigación Sociocultural de la Fundación CEDESOCIAL y es docente en el programa de Comunicación Social de la Universidad de la Costa en Barranquilla.

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2 Comentarios

  • Avatar Jaider Diaz dice:

    Es momento de que las mujeres logren empoderarse de ese campo limitado por hombres, anotar un gol a la indiferencia y sacarle tarjeta roja al machismo!!! Me encanto Kamo!!! Abrazos!!

  • Avatar Luz Mery dice:

    Excelente Kamo, se requieren más mujeres alzando voz para alcanzar una real equidad en un mundo dominado por el poder masculino.

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