Era el año 2006, tiempo en el que se posicionaba el incremento en el diagnóstico de cáncer de mama, ubicándose, según los datos del Boletín epidemiológico de 2014, como la «tercera causa de muerte en las mujeres menores de 60 años residentes en Medellín». Por su parte, las pérdidas de vidas asociadas al cáncer de cérvix no daban tregua; al 2005, se registraban por esta afectación una tasa de «6.10 muertes por cada 100 mil mujeres», y lo más lamentable se calculaba en la medida de «la mortalidad temprana (mujeres menores de 60 años), [que] entre el año 2005 y el año 2012 [eran] el 55,4 % de las muertes [eran] por esta causa». Los resultados publicados en aquel documento estaban demostrando que gran parte de las muertes contabilizadas pudieron ser evitadas y que sin duda algo no estaba funcionando en la atención de la salud de las mujeres, en especial en los programas de prevención y detección temprana de estas enfermedades.
Bajo este panorama, la médica Martha Lucía Correa Escobar, quien en ese entonces hacía parte de la dirección de la Asociación Médica Sindical de Antioquia (ASMEDAS) y la Mesa de Trabajo Mujer de Medellín, en conjunto con otras mujeres que integraban distintas organizaciones sociales, empezaron a pensar en alternativas que permitieran prevenir esas muertes. Ella explica: «teníamos una gran preocupación por la salud de las mujeres que estaban muy mal atendidas en la ciudad, prácticamente se estaban muriendo a la espera de una cita para una cirugía, después para una biopsia, luego para ginecología, y todo eso nos empezó a inquietar mucho… Los médicos nos contaban de esa problemática y empezamos a nombrar el sueño de un lugar que atendiera a las mujeres de manera integral».
Así fue madurando la idea de la construcción de una clínica para las mujeres. La propia Mesa de Trabajo Mujer de Medellín, un espacio fundado en 1995 para la interlocución entre mujeres y la administración municipal, en torno a las políticas públicas que se relacionen con la igualdad, consignó como propuesta de su agenda ciudadana la creación de un lugar para la atención diferencial en salud para las mujeres.
Ese mismo año y como parte de su acción y como parte de su acción, la Mesa de Trabajo Mujer de Medellín presentó en 2007 su propuesta a los aspirantes a la Alcaldía de la ciudad para el periodo 2008 – 2011, la proposición fue aceptada por el candidato que meses después resultaría electo en la ciudad: Alonso Salazar Jaramillo. Fue así como en 2008, Salazar Jaramillo en el cargo de alcalde, presentó el Plan de Desarrollo Municipal Medellín es Solidaria y Competitiva 2008 – 2011 donde se incluyó la construcción de una Clínica de la Mujer como un proyecto del componente de salud. En el Acuerdo Nº 16 del 16 Junio de 2008 el Concejo de Medellín adoptó el plan de desarrollo y meses más tarde se aprobó un presupuesto de $17.595.000 millones de pesos para la construcción de una edificación de varios pisos que atendería a las mujeres de forma integral.
El sueño parecía materializarse y el alcalde convocó a un grupo de expertas para apoyar el proyecto. La médica y epidemióloga Luz María Agudelo Suárez, quien en la época fuera la secretaría de salud, recuerda que la Clínica se pensó como una institución que prestara sus servicios a todas las mujeres de la ciudad, pero fundamentalmente a aquellas empobrecidas y vulnerables, enfocando la atención en tres asuntos prioritarios: la salud sexual y reproductiva, las enfermedades asociadas con la salud mental y las violencias contra las mujeres:
«Sabíamos que tanto los tipos de cáncer de cérvix y mama como las enfermedades cardiovasculares en las mujeres venían en crecimiento; adicionalmente había otros aspectos que tenían que ver con el nuevo papel social de la mujer y en estos se incluye el estrés laboral, el estrés de la doble carga y hábitos de vida no saludables que también tienen que ver con enfermedades crónicas y degenerativas. Cada vez son más frecuentes las enfermedades como la depresión y el consumo de sustancias psicoactivas, de ahí que en la Clínica se concebían todos estos asuntos».
El sueño implicaba además dos aspectos que contribuirían a generaciones futuras, pues se contemplaba un componente de investigación y otro de participación de las usuarias. La investigación en temas de salud mental y en violencias basadas en género se reconocía necesaria, según la experta, «para hacer un mapa más completo de qué estaba pasando con la salud de las mujeres y cómo eso incidía en su bienestar”. Del lado de la participación activa de las mujeres, se invitaba a una ruptura «de esa relación vertical que ha existido en el sector, donde los profesionales de la salud atienden a los grupos pero estos no tienen una participación desde el empoderamiento de su cuerpo, de sus decisiones, de poder opinar y decidir sobre lo que es mejor para sí mismas, sobre sus prácticas de autocuidado», explicó Luz María Agudelo.
La novedosa propuesta para la ciudad fue la mejor manera de conmemorar el Día de Acción por la Salud de las Mujeres y ese 28 de mayo de 2009 fue presentado el proyecto de la Clínica de la Mujer en el Jardín Botánico de Medellín. El público asistente al evento fue testigo del sueño que dignificaba a las mujeres.
Que maravilla y felicidad que un esfuerzo tan estudiado, investigado y luchado pueda salir al público por este medio. A mujeres confiar y a Sandra Valoyes mis mas sinceras gracias y felicitaciones. Seguramente nuestra lucha dará luz y será una realidad verla abierta para la atención integral en salud a las mujeres.