Participación

Nuevas voces transformadoras

Por 14 julio, 2017 octubre 20th, 2019 Sin comentarios

 

Durante casi cinco meses las mujeres de las FARC deliberaron sobre su rol en la historia y sobre cuáles deben ser sus luchas actuales. El resultado: seis páginas en las que proponen las reglas del juego para su participación política.

Foto: Archivo mujerfariana.org

Por: Angie Palacio Sánchez

Las mujeres colombianas siempre han ejercido el poder. El poder de la educación, de las transformaciones sociales, de la resiliencia, de la reconstrucción. Un poder no tradicional ni patriarcal que logra combinar el poderío del cuidado y de los afectos con el de la producción. Un poder con otras personas y no sobre otras personas: el poder de los valores solidarios.

Ellas también se han tomado por asalto los poderes más tradicionales para ocupar espacios que tienen que ser compartidos. Han sido guerrilleras, políticas, sindicalistas, líderes comunitarias y empresarias.

Lo han sido, aunque poco las hayamos visto o escuchado. Pero ese ninguneo viene menguando gracias a múltiples ejercicios de ciudadanía consciente. Los movimientos feministas en el país son muchos y con mucha trayectoria, pero uno de los “hits” de la visibilización de las mujeres en las luchas armadas y en las luchas políticas fue la Subcomisión de género de la Mesa de la Habana. Este organismo se formó durante los diálogos de Paz entre el gobierno colombiano y las FARC, y resultó de la organización de todo el movimiento de mujeres, que hizo una agenda propia en la que le dijo al país y a los negociadores: “¡La paz sin mujeres no va!”.

Ahora que la guerrilla entregó las armas y que Colombia enfrenta el reto de recibir e integrar a sus miembros a la sociedad, las ‘farianas’, como se autodenominan las mujeres que pertenecieron a esta insurgencia nacida en Marquetalia (1964), presentaron una propuesta de género. Este documento lo llevarán al congreso en el que el grupo se convertirá en partido político después de más de 50 años de lucha armada.

La “Tesis de mujer y género” ya enfrentó críticas por su “pretensión de dar lecciones de feminismo”, teniendo en cuenta que vienen de una organización machista en la que, igual que pasaba en el resto del país, se invisibilizó y se subvaloró a las mujeres.

Ante estos señalamientos, Sara Cienfuegos, una de las excombatientes, respondió que no solo no pretenden dar lecciones de feminismo, sino que además esperan construirlo colectivamente. Por supuesto, dice, las FARC han sido presas de la estructura patriarcal que impera en la sociedad, una estructura que es parte inherente al capitalismo y por eso la lucha contra esas estructuras que afectan tanto hombres como mujeres debe ser “una bandera no solo de la organización sino de todas y todos aquellos que quieren transformar este país, por uno donde todas y todos quepamos”.

Ese es el “Feminismo insurgente”. Así es como denominan su posición política. “Y no es que estamos descubriendo el agua tibia”, asegura Victoria Sandino, quien lideró (del lado de la guerrilla) la Comisión de género durante el proceso de Paz. Lo que harán, explica, es poner a dialogar el acumulado de las luchas de las mujeres con su propia experiencia dentro de las FARC. “No sería consecuente que un movimiento insurgente que ha planteado la emancipación de la sociedad y que hoy está de cara a la construcción de un partido no se plantee la reivindicación de las mujeres”.


El feminismo insurgente.

“Miryam Narváez, Judith Grisales, Georgina Ortiz”. Victoria Sandio recuerda los nombres de tres de las compañeras que participaron en la constitución de esta guerrila. Su papel no fue secundario y aun así, de ellas no sabemos mucho. Por eso el primer bloque de tesis que proponen las farianas es el reconocimiento de las mujeres insurgentes. “Ninguna de las guerrillas que dejaron las armas en los 90 reconoció su rol», enfatiza Sandino, quien ya tiene la cédula de ciudadanía que le permite conservar su nombre de combatiente.

Un segundo bloque de tesis explica los lineamientos políticos. En resumen, la pretensión es que el feminismo insurgente sea un diálogo entre las luchas de las mujeres en la historia y la propia experiencia de las guerrilleras, que contemple la participación de hombres y mujeres y que no pierda de vista la trampa ideológica que propone el capitalismo: falsa libertad para las mujeres quienes se ven enfrentadas a discriminaciones como el techo de cristal y la triple jornada a causa de la división sexual del trabajo.

Y ahí aparece el tercer bloque, que es mucho más explícito en describir su línea feminista: una lucha enmarcada en la redistribución de la riqueza y la lucha de clases, que busca un empoderamiento colectivo. Según Victoria Sandino, esta propuesta le apunta a “la emancipación de las mujeres, al reconocimiento de su papel político y a la acción por los cambios fundamentales de la sociedad”.

Otro conjunto de tesis habla sobre la apuesta organizativa al interior del partido. Aquí plantean la necesidad de un “Departamento de Mujer y Género” que vele por la formación permanente, la construcción de nuevas masculinidades en el partido, la articulación con procesos organizativos LGBTI, el acompañamiento a las agendas de las organizaciones de mujeres de los sectores populares y marginales, otras formaciones sobre maternidades y paternidades alternativas y pautas de crianza con enfoque emancipatorio para eliminar imaginarios de familia nuclear y roles de cuidado.

Foto archivo mujerfariana.org

 El debate más intenso en cuanto a la organización interna seguramente tendrá que ver con la representatividad de hombres y mujeres. Sandino cree que las cuotas son una medida transitoria que sirve para avanzar y, aunque algunos compañeros proponen la participación 50-50, ella no cree que la obtengan en ese primer congreso. “Pero si seguimos trabajando como lo estamos haciendo y arriesgando, eso va a pasar. Nosotras hemos arriesgado la vida, pero cuando hablamos de ocupar cargos de poder no nos arriesgamos tanto porque las mujeres no han sido preparadas para gobernar”.

Finalmente, el último bloque propone hacerle seguimiento a las particularidades del enfoque de género y diferencial del Acuerdo Final y velar por su materialización, así como impulsar la lucha contra la violencia y a favor de la educación sexual integral para garantizar los derechos sexuales y reproductivos que promuevan la toma de decisiones de las mujeres sobre sus vidas y sus cuerpos. Para todo esto es necesario transformar las pautas culturales que sostienen las múltiples formas de discriminación contra las mujeres.

Este documento ya se está discutiendo en cada una de las zonas veredales en las que están las FARC. En junio pasado se socializaron todas las propuestas en Bogotá y el pasado 14 de julio, lo hicieron en Medellín. “Queremos hacer un ejercicio amplio de debate público y colectivo”, dice Victoria Sandino, y concluye que es muy importante resaltar la lucha de las mujeres anónimas, que “siguen cambiando la historia, sobre todo esas que luchan en los barrios, que nadie sabe de sus nombres, pero que están ahí”.

Esta propuesta es una voz más por un país más progresista y equitativo. Una nueva voz transformadora que, de conseguir de verdad recoger la experiencia del movimiento de mujeres nacional, integrarse a él y lograr la dialéctica necesaria entre ambos, aumenta las posibilidades de vivir en una Colombia en la que no haya que hablar de diversidad porque todos nos reconocemos. Tal vez el trabajo de estas mujeres sea una lección para que los demás partidos políticos planteen seriamente y de cara a la comunidad sus apuestas por la equidad. Ya es hora de hacerlo diferente.

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