Por: Cristina Hincapié Hurtado
La historia de la psiquiatría no solo está llena de lobotomías, torturas y experimentos farmacológicos, también está inundada de silencios. Uno de estos silencios esconde los grandes aportes de las mujeres. Nise, el corazón de la locura es una película que no solo nos presenta a una mujer importante para este campo de la ciencia, sino que además nos muestra cómo su método, humano y amoroso, transgrede los ideales hegemónicos frente a la enfermedad mental.
Plano general. Una pared metálica con una pequeña ventana a la izquierda. Una mujer vestida con un traje vino tinto entra por el lado derecho. Golpea la puerta. Nadie responde. Golpea un poco más fuerte. No hay respuesta. Golpea de nuevo. Silencio. Golpea con insistencia hasta que la pequeña ventana se abre. -¡Buenos días!-, dice, y la insistencia, la fuerza y ese llamado que solo tiene eco en el silencio marcan la historia de Nise da Silveira.
La película tiene lugar en 1944, cuando Nise, una psiquiatra brasilera, la única mujer entre ciento cincuenta y siete hombres en su clase de medicina, ingresa al Centro Psiquiátrico Nacional Pedro II, después de más de 8 años de permanecer en la clandestinidad por ser señalada como marxista. Es una época de electrochoques y abusos a los enfermos mentales, “la locura” no tiene cura y los pacientes en los hospitales psiquiátricos son tratados como marginados sociales, de formas inhumanas y desconsideradas.
En medio de un auditorio lleno de hombres, la doctora Nise es presentada. El equipo de médicos psiquiatras comparte los métodos “avanzados” con los que se relacionan con sus pacientes. Un picador de hielo es suficiente para “sanar” a los psicóticos, las famosas lobotomías y los electrochoques son la revolución de la ciencia.
La doctora Nise observa, con esos ojos llenos de dudas y de compasión por los internos. Pregunta. Cuestiona. Se opone a la “cura por medio de la violencia”, y es enviada al servicio de terapia ocupacional, una actividad bastante menospreciada por sus colegas. Pero en vez de escobas entrega a sus “clientes” -pues sabe que es ella quien está al servicio de ellos- pinceles y arcillas, haciendo del arte y la creatividad, una herramienta con grandes alcances terapéuticos, que no es escuchada ni valorada en las juntas médicas a las que ni siquiera es invitada.
El amor, la empatía, la creatividad y la poderosa vocación del cuidado son los procedimientos que utiliza la doctora Nise en medio de un ambiente caótico, desalmado y violento en el que nos sumerge este hospital psiquiátrico. Con ella los espacios se llenan de luz y color; los llantos y lamentos de los internos se convierten en silencios meditativos, en risas de disfrute o en canciones de Orlando Silva; la vida es bienvenida al hospital y el alma vuelve a habitar el abandonado salón de terapia ocupacional. Los internos más violentos, los más alejados de la realidad, los más silenciosos y ausentes se convierten de nuevo en seres humanos, las imágenes inconscientes llenan de vida las paredes, y los perros callejeros que deambulan por el hospital son coterapeutas.
La historia está llena de altibajos, de cuidado y de arte, de seres que parecen irreales, pero que con el amor de la doctora Nise vuelven a ser humanos. También está llena de tropiezos, de violencias y atropellos, pero ella se nos muestra como una mujer que insiste en encontrar el corazón de la locura.
En 1952, la doctora Nise da Silveira fundó el Museo de Imágenes del Inconsciente, en Rio de Janeiro, un espacio para la preservación de los trabajos artísticos producidos por los pacientes psiquiátricos; en 1956, inaugura la Casa de las Palmeras, un espacio de ayuda para personas que acaban de salir de instituciones psiquiátricas para reintegrarse a la vida social. Fue pionera en los procesos terapéuticos con animales y en el desarrollo de la psicología analítica o psicología junguiana en Brasil. Entre 1957 y 1962 estudió en el Instituto C.G.Jung de Zurich. Su trabajo ha sido reconocido nacional e internacionalmente.