Participación

CACLI: conexión con el territorio en medio de la pandemia

Por 13 noviembre, 2020 Sin comentarios

CACLI es una organización de mujeres dedicada a la educación y la cultura ambiental con enfoque de género. Y en medio de la pandemia no se quedaron quietas e idearon una estrategia para que las niñas y niños de Usme mantuvieran su conexión con el territorio.

El confinamiento por la pandemia ha tenido múltiples consecuencias y una de las más profundas ha sido la desarticulación de procesos políticos y organizativos, principalmente por la imposibilidad de hacer reuniones y de llevar a cabo prácticas que implican juntarse y cooperar para construir colectivamente.

El confinamiento también ha afectado a la niñez y a la adolescencia, pues la pérdida de buena parte de sus espacios de socialización representa un cambio abrupto e inesperado en sus vidas; y en una situación más compleja se encuentran quienes ni siquiera han podido continuar con su educación en casa por falta de acceso a internet y tecnología.

En Bogotá, el Colectivo Ambiental Conciencia Limpia CACLI se la ha jugado estos meses por hacerle frente a ambas situaciones. Integrado por seis mujeres jóvenes de Usme y Ciudad Bolívar y con casi diez años de trayectoria, CACLI ha liderado procesos territoriales en torno a problemáticas ambientales relacionadas con la expansión urbana de Usme, una localidad que tiene el 86% de su territorio en la ruralidad. Acompañados de prácticas de educación ambiental y con enfoque de género, estos procesos han permitido a sus habitantes generar un arraigo y un cuidado por la naturaleza del lugar donde viven.

Estos avances han sido posibles gracias al trabajo con la comunidad, a través de recorridos que fortalecen la valoración del espacio público y del patrimonio natural y cultural, generando procesos de memoria e identidad alrededor del uso y el cuidado de las fuentes de agua, de las transformaciones del paisaje por la urbanización y la minería a cielo abierto, entre otros. Sin embargo, la ambiental no es la única problemática de esta localidad, que al ser una de las más rurales de Bogotá cuenta con la brecha digital más alta, pues solo el 43,4% de su población tiene acceso a internet y el 44,5% accede a computador, según la Encuesta Multipropósito del 2017 del DANE.

Ante la imposibilidad de continuar caminando el territorio y en un contexto en el que la educación de las niñas y niños se trasladó a la virtualidad, CACLI empezó a pensar en estrategias para seguir respondiendo a los problemas de su localidad en medio del confinamiento. «Como consecuencia de la pandemia, aumentamos las estrategias de redes sociales, con el propósito de cerrar la brecha digital en la educación de niños y niñas, y así en articulación con la comunidad logramos donar tablets a niñas y niños de un colegio del territorio».

Esta iniciativa, además de dar respuesta a la exclusión de niñas y niños por falta de acceso a tecnologías de la información, fue la semilla del proyecto “Usmekitas: Tejiendo Conexión”, con el que fueron seleccionadas por el Instituto Distrital de Participación y Acción Comunal —IDPAC— y por la Organización de Estado Iberoamericanos, entre más de 700 organizaciones en Bogotá. El objetivo es que las niñas y niños de Usme no solamente accedan a tecnología para su educación formal, sino que a través de una estrategia integral de conexión con lo digital, también logren una conexión consigo mismos, con su comunidad y con la naturaleza a través del reconocimiento de las dinámicas de su territorio y de la educación ambiental.

«Son 4 pilares importantes de conexión que nosotras abordamos: la conexión consigo mismos, que incluye trabajar en la alimentación consciente a través de la conformación de huertas urbanas en sus hogares; la conexión con el territorio y con la comunidad que es lo que es más se ha perdido por la falta de contacto con sus amistades, con el colegio, con el barrio, con el parque y con la montaña; y la conexión con la familia y esto implica también el cuidado de las emociones de las niñas y niños, porque muchas veces los lazos familiares se deterioran cuando se convive tanto tiempo y la idea es aportar en la gestión de los espacios familiares con esas intervenciones que proponemos».

Para lograr estos propósitos, el proyecto Usmekitas: Tejiendo conexión ha realizado actividades de musicoterapia (a través de una plataforma de videollamadas) para fortalecer las emociones y las relaciones familiares; además, recorridos desde casa en los que las niñas y niños pueden conocer el territorio rural de Usme. CACLI también está entregando 500 loncheras nutritivas que contienen huevos, yogurt, quesos y frutas que son producidos por los campesinos y campesinas de la zona, y además contienen semillas que se pueden cultivar en casa.

Con estas loncheras además de promover hábitos de alimentación saludable, los niños y niñas también conocen las fincas y los procesos productivos del territorio a través de videos e historietas que les explican cómo llegaron esos productos a sus loncheras y cómo cultivar, cuidar la tierra, el agua y las semillas a través de lo que consumen y del autocultivo. También hay que resaltar que una parte de estas loncheras están destinadas a hogares comunitarios de la localidad en donde viven niñas y niños víctimas del conflicto armado y migrantes en condición de vulnerabilidad.

Este trabajo se suma al logro inicial de haber brindado conexión digital a niñas y niños de la localidad, y así pudieron continuar con sus procesos educativos, de forma virtual y vincularse a la estrategia completa. Por otra parte, además de disminuir las brechas digitales y mantener la conexión de las niñas y niños con su territorio, CACLI ha logrado movilizar redes locales de economía solidaria con la compra de los productos campesinos, y fortalecer el tejido social a través de los procesos pedagógicos que se han generado gracias a este proyecto.

Zulma Rugeles, Katherin Camacho, Catalina Rugeles, Rosana Barrera, Angie Camacho y Natalia Contreras (quien además es asociada a Confiar), son las seis integrantes de CACLI, y esperan poder dar continuidad a este proyecto para que los niños y niñas recorran de forma presencial el territorio como ya se ha realizado con otras procesos  desde el el 2011.

Aunque la pandemia ha dificultado la juntanza, este proyecto nos demuestra que en medio de las dificultades es posible seguir soñando, aprendiendo y creciendo. Y este es un mensaje importante, especialmente para los más pequeños del hogar, que se encuentran en una situación en la que sus experiencias y preocupaciones quedan invisibilizadas.

Además, es un ejemplo de que los procesos participativos de las mujeres no dependen exclusivamente de la presencialidad, pues aunque siguen existiendo restricciones para la organización social, el espíritu de solidaridad de los colectivos como CACLI han permitido seguir construyendo y transformando colectivamente. La existencia de este tipo de organizaciones ha sido fundamental para afrontar este momento de crisis.

A ellas las ha mantenido unidas el poder ver los frutos de su trabajo comunitario y los procesos de arraigo y de conciencia ambiental que se generan en los habitantes del territorio así como está sucediendo con Usmekitas: Tejiendo Conexión.

Recorrido con la comunidad para el reconocimiento ambiental, cultural y patrimonial de Usme. Cortesía CACLI

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