Por Cristina Hincapié Hurtado
En los últimos días las noticias y los comentarios en torno a las fórmulas vicepresidenciales en Colombia, conformadas por cuatro mujeres, así como la llegada de Epsy Campbell Barr a este cargo en Costa Rica -siendo la primera vicepresidenta negra de América Latina- nos invitan a realizar una reflexión que va más allá de la participación y la representación política de las mujeres. Analizamos este fenómeno con la ayuda de Beatriz Quintero García, coordinadora de la Red Nacional de Mujeres.
Actualmente en Colombia, y muy cerca de las elecciones, nos encontramos con cuatro fórmulas vicepresidenciales representadas por mujeres: Ángela María Robledo Gómez con Gustavo Petro; Clara López Obregón con Humberto de la Calle; Claudia López Hernández con Sergio Fajardo; y Marta Lucía Ramírez Blanco con Iván Duque. Sin embargo, este hecho no parece ser suficiente, pues la pregunta por su trabajo en pro de la igualdad y la equidad es lo que realmente debe ocupar a la ciudadanía.
Para Beatriz Quintero Giraldo, coordinadora de la Red Nacional de Mujeres, es indudable que este es un inicio de cambio en la cultura colombiana. Sin embargo, opina, este fenómeno «puede simplemente mostrar que sí se avanza, pues a los estados les da vergüenza que sigamos siendo uno de los países más atrasados en América Latina, ya que Bolivia y México tienen un progreso importante en la paridad».
En Colombia, aunque esta es una norma constitucional aprobada en el 2015, «esta reforma llamada equilibrio de poderes aún no se ha reglamentado, lo que impide su aplicación real», continúa Beatriz, pues en la realidad las mujeres no tienen la representación adecuada en los partidos y la reglamentación al respecto todavía es deficiente. Una cifra que evidencia lo que pasa en Colombia, según ella, es que en las elecciones del último 11 de marzo llegamos apenas a un 20% de las mujeres elegidas en el congreso, cifra muy inferior a una masa crítica del 30% y aún más lejana de la verdadera paridad.
Sin embargo, señala, Colombia está comprometida con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y uno de ellos dice que para el 2030 debemos ser 50/50, lo que significa que en doce años deberíamos llegar a la paridad. «Pero que estas mujeres sean candidatas vicepresidenciales y no presidenciales habla también de un temor evidente a los cambios en los políticos colombianos. Por ahora, solo son capaces de nombrar vicepresidentas, y este es un mensaje ambiguo: se dice que sí creemos en las mujeres pero solo un poco y como segundas», señala Quintero. Recordando la historia de Colombia, menciona que en el gobierno de Belisario Betancur -en el siglo pasado- «se configuró como un gran logro que él nombrara a todas sus viceministras mujeres; igual que ahora, siempre de segundas, y esto se mostró como un avance. Pero no podemos seguir haciendo lo mismo en el siglo XXI, ¡ya es hora de la paridad!», insiste.
¿Propuestas de mujeres para mujeres?
La representación no es suficiente para cambiar la realidad, por eso las propuestas que buscan disminuir la violencia de género, aumentar la participación política femenina y la autonomía económica a través de proyectos autosostenibles y establecer mejores alternativas para las mujeres rurales en Colombia son algunos de los tópicos más problemáticos y que han entrado en el análisis que en los últimos días se han hecho frente a las propuestas de las candidatas.
En un debate reciente, convocado por el periódico El Espectador y su proyecto Colombia 2020, se expuso que, según un análisis de la organización Oxfam, los planes de gobierno de las actuales candidaturas no contienen iniciativas concretas en favor de la mujer rural, a pesar de que las tres vices que asistieron al debate plantearon políticas relacionadas con la educación, la seguridad y la implementación de los acuerdos de paz con enfoque de género.
En este debate, cuyo tema central era la mujer rural y las propuestas de las candidatas respecto al tema, se evidenciaron otros puntos importantes respecto al enfoque de género. La candidata Clara López cuenta entre sus propuestas con la creación de un Ministerio de las Mujeres, espacio que buscaría acompañar e impulsar las propuestas que muchos grupos de mujeres han venido haciendo en el país, una propuesta que podría contribuir al respaldo a las mujeres campesinas, según argumenta Edilia Mendoza, integrante de la Plataforma de Incidencia de la Mujer Rural y quien estuvo en este encuentro.
La autonomía económica y la economía del cuidado se presentaron como puntos vitales de este debate, pues el trabajo no remunerado que realizan las mujeres como cuidadoras es uno de los factores que debe cambiar en los próximos años con compromisos estatales, si se quiere alcanzar la equidad y la igualdad. Esta labor no remunerada tiene más fuerza en las zonas rurales, donde las mujeres deben recorrer largos caminos, en ocasiones en las condiciones más precarias, para acceder a agua potable o alimentos para sus familias. Frente a este tema, la candidata Ángela María Robledo se refirió a la creación de un Sistema Nacional de Cuidado, proyecto que buscaría promover proyectos productivos para las mujeres, que les permitan, a su vez, contar con tiempo para estudiar.
En un momento histórico como el que atraviesa Colombia, el respaldo al enfoque de género en los Acuerdos de Paz, así como la redistribución de tierras y los derechos de las mujeres víctimas del conflicto armado, también se hicieron presentes en el debate. Además, la necesidad imperante, y que cada vez con más fuerza se espera sea respaldada por el Estado, es establecer mecanismos de seguridad para evitar la violencia contra las mujeres.
El riesgo, según Beatriz Quintero García, no es que al tener candidatas mujeres como vicepresidentas o ministras, los derechos y las políticas relacionadas con el tema de género queden aisladas y no se logren hacer políticas integrales al respecto; el riesgo es la falta real de compromiso con el enfoque de género, con la paridad y con las leyes y normas que de verdad cambien la vida de las mujeres.
Son muchas las necesidades en materia de género que se presentan de cara a las elecciones, necesidades que nos exigen una gran responsabilidad con nuestro voto, una decisión que depende de todas y todos.