En Confiar contamos con 62 empleadas de servicios generales, mujeres dedicadas a los trabajos del cuidado en todas las sedes de la Cooperativa. En las mañanas, preparan el café, limpian los baños, las cocinetas y los pisos. No limpian puestos de trabajo, pues esta es una responsabilidad de cada persona. Saludan, sonríen, preguntan cómo estamos, atienden las reuniones, asean las zonas comunes, se despiden y regresan a sus hogares. Siempre a continuar con otras labores de cuidado para propiciar condiciones de bienestar a sus familias. Algunas llevan más de 20 años en Confiar, otras apenas dos, y todas expresan la gratitud por tener un trabajo estable, un contrato laboral y una remuneración fija.
Con ellas, como parte de las acciones de Mujeres Confiar, desarrollamos una jornada para hablar de trabajo, economía y feminismo, partiendo de las ideas planteadas alrededor de la economía feminista, que busca, el cierre de brechas entre hombres y mujeres, el reconocimiento del trabajo doméstico no remunerado y la redistribución. A estos talleres los llamamos “Mi trabajo sí vale”, pues su objetivo central era hacerlas conscientes del valor de su trabajo, tanto el que realizan en Confiar como el que hacen cotidianamente en sus casas.
Estos encuentros representaron la posibilidad de reflexionar y pensar en ellas mismas y su relación con el trabajo y el dinero a lo largo de sus vidas. En un ejercicio que consistió en dibujar una línea de tiempo recordando su historia laboral coincidieron en algo: el primer trabajo está asociado directamente al primer pago y a salir de sus hogares: tiendas, bodegas, otras casas, almacenes, restaurantes; además, otro asunto común fue la precarización de dichos trabajos, la inestabilidad, la informalidad y, en muchos casos, el maltrato laboral.
Sin embargo, todas ellas comenzaron a trabajar desde niñas en las tareas de cuidado propias de casa y, como es típico, no lo reconocen como un trabajo, al menos no a primera vista. Los encuentros tenían entonces ese objetivo: brindar herramientas para el reconocimiento y la redistribución del trabajo doméstico no remunerado. Además, comprender que en el trabajo que ellas realizan está la sostenibilidad de la vida, que el mundo público y productivo no es posible sin eso que sucede en el ámbito privado y reproductivo y que, por eso, el feminismo ha convertido el trabajo doméstico en un asunto político.
Las reflexiones fueron muy significativas y permiten comprender que los trabajos del cuidado son esenciales. En las empresas y organizaciones se deben generar todo tipo de acciones que permitan la contratación digna y en los hogares es indispensable aplicar en estrategias de redistribución entre todos los miembros. Así mismo, pudimos hablar sobre la necesidad de la política, el Estado y las elecciones a la hora de pensar el cuidado y eso qué tiene que ver con las mujeres cuidadoras, madres cabeza de hogar, trabajadoras del servicio doméstico, etcétera.
Este video es una memoria de los talleres realizados, que esperamos replicar periódicamente para fortalecer así la apuesta de una economía que piensa en el trabajo de las mujeres.