A María Victoria Santacruz en su niñez, sus amigas le impidieron seguir jugando porque una niña rubísima llegó al parque de su barrio y no quería jugar con esa niña negra. De esta historia de la artista afroperuana surge la inspiración del poema en el que cuenta cómo antes de afirmarse como mujer negra tuvo que alisar sus cabellos y empolvar su cara.
¿Soy acaso negra?” – me dije ¡SÍ! “¿Qué cosa es ser negra?” ¡Negra!
Y yo no sabía la triste verdad que aquello escondía ¡Negra!
Y me sentí negra ¡Negra!
Como ellos decían ¡Negra!
Y retrocedí ¡Negra!Como ellos querían ¡Negra!
Y odié mis cabellos y mis labios gruesos y miré apenada mi carne tostada
Y retrocedí ¡Negra!
Y retrocedí…
La historia de las mujeres puede contarse desde sus cabellos. En ellos se concentran los tránsitos de las sociedades y se han gestado liberaciones como la de Palenque San Basilio, en el caribe colombiano, donde las mujeres se trenzaban los caminos que recorrerían para alcanzar un territorio libre y donde guardaban semillas para sembrar su alimento. Las mujeres negras han vivido la esclavización y sus cabellos trenzados fueron la forma de contar estas memorias.
Ahora los cabellos no marcan rutas ni mapas para escapar. Por el contrario, la imagen del pelo afro está diluida: se regula la forma en que las mujeres se ven a sí mismas al tener que adaptarse a un canon que oculta la diversidad de la belleza. Se ha dicho que si las mujeres negras quieren dejar de tener el pelo malo deben alisarlo. Por eso los productos comunes en cualquier tocador son secadores, alisadores o planchas, que se han tecnificado borrando cualquier rastro de sus rizos.
En nuestros pelos están nuestros orígenes, por eso Victoria Santa Cruz al final de su poema nos cuenta que dejó de alisar sus cabellos.
Otras mujeres en sus letras nos hablan de su raza y su cabello.
Solmery Cásseres Estrada
Es profesora y poeta nacida en Palenque San Basilio. Se pregunta cómo su cuerpo y su cabello son símbolo de lucha por la libertad.
Ayer luché por mi libertad
sin que me temblara el pulso,
hoy lucho por mi color,
por mi pelo negro apreta’o,
por mi nariz ancha y achata,
por mis labios gruesos, por [mis manos férrias
que se levantan en la oscuridad,
y por todos los dones que mi [Dios me ha dao.
Sobeida Delgado Mina,
Profesora y escritora de Buenaventura en su poema Negra soy, habla sobre cómo hacer frente a las burlas por su raza y color de piel.
Aunque me digan calba, negra fea y ñata, de pelo prieto y duro como un coco, negra soy, y así me quiero yo. Que me arremeran porque yo no se hablá, que me burlan, porque no se caminá, negra soy y no me cambio mi color. Y oigan bien… Dios hizo al carbón mineral, el oro, la plata y las piedras preciosas, y también llegó hacé a una negra como yo, que cuando sale la aurora, no deja de brillá su color.
Yesenia María Escobar
Poeta barranquillera que con su palabra nos muestra como África grita en sus cabellos
En mis cabellos, hace tanto
que murió el silencio
y en su lugar, una bandada de pájaros,
de vocingleros cuervos iracundos,
se abrió paso como tormenta
corriendo por los montes,
por los riachuelos secos,
por los caminos polvorientos
en los que habita la historia.En mis cabellos,
el rumor del mar se encrespó en caracolas
para brotar como flor salvaje y trepar al sol
donde las diosas guardan
las viscosas aguas de sus sexos,
esas aguas que luego vierten como miel
en nuestras bocas
vestidas de aguacero.Nada puede contener la plúmbea lluvia
que allí gañe,
pocos saben, como yo,
el peso que acopian sus raíces,
la rabia que se agita en los frondosos brazos
de esta ceiba
que noctívaga se tumba
sobre el borde escueto de la playa,Nada puede contener
la sombra espesa de su follaje negro,
de los sueños heridos
que profundos duermen en sus hojas
marcados por la huella de la carimba
esa que aún llora sobre la ajada piel de ébano.El África toda
grita en mis cabellos,
no puedo dejar que ese grito calle.
Otras decidieron dejarlo libre para cantar…