Dos niñas y dos niños nos contaron cómo han vivido la pandemia, sus aprendizajes y retos y de qué forma su hogar es un espacio vital para posibilitar sus sueños
El 31 de octubre es el día de Halloween y los niños y las niñas son quienes se llevan la atención en esta fecha; por eso nuestro conversatorio Entre Iguales del mes de octubre, quisimos hacerlo con quienes tiene más experiencia en ser los más pequeños del hogar: los niños y las niñas. Así fue que Natalia Gomez Velásquez, Samuel Hernandez Vélez, Gabriel Alzate Santamaría e Isis Carmona Ríos (que tienen entre 9 y 11 años) nos contaron cómo han vivido la pandemia, sus aprendizajes y retos y de qué forma su hogar es un espacio vital para posibilitar sus sueños.
Para entrar en materia, quisimos saber cómo han vivido la experiencia del confinamiento, la educación virtual y la imposibilidad de compartir con sus amigos. Sus vivencias no son muy diferentes a las de los adultos, y aunque sus responsabilidades son otras, los niños y las niñas también pensaron: “¿y ahora qué?”, “la otra semana seguro volvemos al colegio”; sintieron sorpresa, incertidumbre y tristeza por no poder ir al colegio, pero además todos confesaron la dificultad para concentrarse en sus clases virtuales.
Pero durante este tiempo también hubo cosas positivas, aprendizajes y alegrías en sus hogares. Por ejemplo, Isis aprendió a cocinar (ella quiere ser chef cuando sea grande, así que este aprendizaje es muy importante) y realizó caminatas al aire libre, una posibilidad que tiene gracias a que vive en el campo, en una vereda del municipio de Támesis. Natalia destaca el aprendizaje de comprender mejor a su perro y de compartir chistes en la cena; a Samuel le encantó poderse quedar en casa y lo reafirmó diciendo: “no soy un niño callejero”, y esto le permitió más tiempo de conversación y de juego; y para Gabriel, quien parecía el más sorprendido por el cierre de su colegio, el espacio en casa significó descanso, compartir con su mamá y su papá, dependiendo de la casa en la que estuviera, y realizar diferentes actividades desde hacer “locha” hasta “salir a algún lugarcillo por ahí”, ahora que las salidas son más flexibles.
Estas experiencias tienen que ver con el tiempo que los adultos pasamos con los niños y niñas de nuestras casas. Y aquí es importante preguntarnos cómo distribuimos nuestro tiempo entre el trabajo, el ocio y las actividades personales, para poder compartir tiempo de calidad que aporte al crecimiento, a la creatividad y a los sueños de los niños y de las niñas.
Estas voces nos permiten ver que, aunque sin mucha planificación, comparten tiempo de calidad con sus familias. Sin embargo, esta no es la realidad de todos los niños y las niñas en Colombia: el maltrato y el abuso sexual contra la niñez aumentaron durante el aislamiento obligatorio. Cuando los niños y niñas asisten a la escuela o se ocupan en otras actividades, su tiempo fuera del hogar actúa como atenuante de la exposición a la violencia porque permanecen menos tiempo con el agresor del hogar. Esto se suma a otras problemáticas como que no todos los niños y niñas pueden ejercer su derecho a la educación, incluso desde antes de la pandemia; y muchos otros han quedado excluidos por falta de acceso a tecnología e internet.
En Confiar sabemos que para transformar estas realidades hay que poner en práctica la solidaridad, entendida como la capacidad de comprometerse con la justicia social, por esto les preguntamos a Isis, Natalia, Gabriel y Samuel para ellos qué es la solidaridad. Y entre sus diferentes perspectivas hubo una mirada común al definirla como esos actos que implican pensar en el bienestar de las demás personas. Y también reflexionamos sobre la confianza: para Samuel, confiar en los demás significa aceptar algo (por ejemplo, ir a un lugar) porque hay convicción en que todo va a estar bien; a Gabriel le pareció muy acertada esta definición así que se acogió a ella; para Isis, significa depositar sentimientos y emociones en otras personas, y Natalia dijo que confiar es poder tener el valor de decirle a las otras personas lo que piensan o sienten. Y manifestaron la importancia de su núcleo familiar como su red de confianza más fuerte.
La confianza es de vital importancia en los núcleos familiares y ayuda a establecer una comunicación clara y segura; como dice Natalia: “yo le cuento todo a mi mamá”. Hablar con los niños y las niñas acerca de todo lo que les hace sentir bien o mal, y que sientan respaldo y protección es fundamental para detectar riesgos, pues cuando haya una alerta, van a sentir toda la confianza para contarnos y que podamos tomar acciones al respecto. Es necesario seguir fomentando que la familia tenga un ambiente sano, que sea un espacio que posibilite que los niños y niñas puedan llegar al infinito… ¡y más allá!
No queremos terminar sin contarles que mientras estábamos hablando sobre la importancia del ahorro desde la niñez, llegó Adri, nuestra entrenadora de ahorrar con paciencia y gastar con parsimonia. Ella nos enseñó que el ahorro no solo se trata de la relación con el dinero, también es la relación con nuestros sueños, con los acuerdos que hacemos con otras personas y con el cuidado que hacemos de los recursos.
Y para incentivar el amor por el ahorro de manera más sencilla, entre Confiar y la plataforma Familias: Ahora, construimos dos piezas con tips para ahorrar con los niños y las niñas y con los valores que se cultivan al hacer del ahorro una práctica cotidiana.
Es que los niños son el mejor ejemplo para todo, con su inteligencia y dedicación todo lo hacen posible…