Por Cristina Hincapié Hurtado
Raquel Riba Rossy nació en Igualada en 1990. Estudió Bellas Artes. Desde siempre ha dibujado, pero el camino para decir lo que realmente quería decir lo encontró con Lola Vendetta, una “sádica ilustrada” que viste camisa a rayas, lleva los labios rojos y una catana que usa de vez en cuando para cortar algunas cabezas.
“Los burladores parecen encontrar salidas donde no las hay”.
William Doty.
Raquel vive en Barcelona. Cuenta que un día, un “viejito” la morboseó en el metro, y ante la indignación, en la soledad de su cuarto, decidió dibujar a Lola tirándolo a las vías del tren. A partir de ese momento las víctimas de la pluma de Raquel en la catana de Lola fueron aumentando. Los atrevidos, los irrespetuosos, los maltratadores, los machistas ortodoxos, los malos amores y los hombres que les cortan las alas a las mujeres, comenzaron a pasar por la vendetta de papel. La vida cotidiana, la propia o la de las amigas, es su inspiración. La naturalidad con la que Lola habla de sus emociones, del amor que cultiva por sí misma, de su cuerpo, de la maternidad o de su menstruación han hecho que, si bien son experiencias de Raquel, terminen siendo las experiencias de muchas mujeres en el mundo.
Raquel sonríe todo el tiempo, cree en el poder sanador del arte y ha encontrado en las redes sociales, especialmente en Facebook, una manera de llegar a los corazones de miles de mujeres en todo el mundo que han atravesado o están atravesando una situación difícil y dolorosa de la que no saben cómo salir. “Internet permite que las imágenes se filtren en la vida de mujeres que están encerradas en ellas o en sus problemas”, dice, y cuenta que hace algunos días recibió un correo de una chica que le agradecía porque por medio de una ilustración de Lola Vendetta fue consciente del maltrato que estaba recibiendo por parte de su pareja y tuvo el valor de denunciarlo.
El humor salva y sana
“Vivimos en una cultura que nos enseña a sufrir y a quedarnos en el sufrimiento, pero el humor tiene el poder de romper con eso y es el primer paso para cambiar las cosas”. Raquel tiene claro que el humor salva, y que cuando más sufre una sociedad, más humoristas aparecen, “como para compensar”. En el medio de los ilustradores y caricaturistas, muchos de ellos hombres, ha recibido comentarios de todo tipo, desde los que valoran su presencia y su trabajo, hasta los que consideran peligroso lo que hace. Pero ella, de nuevo con su sonrisa, sabe salirle al paso a cualquiera que se le atraviese.
Se ha ahorrado muchos psicólogos desde que empezó a dibujar; considera que reírse de la muerte es la mayor virtud del ser humano; tiene claro que el humor permite decir muchas cosas, incluso irrespetar un poco lo establecido y salirse de los parámetros; sin embargo, también sabe del poder y la responsabilidad que mantiene en sus manos y en sus palabras.
Cree que el humor “no es asunto de género” y que las mujeres debemos involucrarnos más en este ámbito y dejar que él se involucre en nuestra cotidianidad para bajarle a la idea establecida del sufrimiento. Para ella el humor es un ruido necesario que las mujeres deben atreverse a hacer, pues “estamos educadas” para el silencio y, a la vez, para ser perfectas, ideas que hay que replantear para que el humor llegue a nuestras vidas, pues si bien “hay una herencia cultural de ser perfectas para las mujeres, el humor se da rompiendo la perfección; si una intenta ser perfecta permanentemente, el cerebro nunca hará del error humor”.
Feminismo ilustrado
No se sufre el feminismo, se disfruta, dice Lola mientras pasea con su sonrisa grande y su pelo al viento. Para Raquel el tema del feminismo llegó “por accidente”. Al principio solo dibujaba sobre sus situaciones cotidianas, tristezas, enojos y alegrías, pero los medios comenzaron a llamarla “feminista” y en las entrevistas le preguntaban si se consideraba tal. “Defiendo la igualdad, que se proteja el hecho de ser padres (no solo madre), estoy en contra del maltrato a las mujeres, entonces, sí, soy feminista, pero porque todo lo que me preocupa está en ese saco”, dice.
Y entonces lo del feminismo empezó a tener eco, sobre todo al descubrir que las mujeres “no nos sentimos con derecho de tener voz propia”, y Lola lo hace, le pone voz al silencio de muchas mujeres; así como lo hizo la negra Nieves –recuerda Raquel– una vallecaucana creada por Consuelo Lago, caricaturista colombiana que habló en 1968 en nombre de las mujeres negras, tocando temáticas como el sexo, la política y la economía.
Por fortuna, “en España ha habido un boom de mujeres ilustradoras, Paula Bonnet fue una de las primeras, todas contando el mundo desde donde lo ven las mujeres”.
Sexo débil, los cojones
Una de las ilustraciones que más problemas le ha traído a Raquel fue la de Lola menstruando y entre dos mujeres, una embarazada y otra que acababa de parir. Las políticas de Facebook censuran los pechos femeninos, “¡incluso los de los dibujos!”, pero claro, solo los femeninos. Al subir la imagen a la red social, y debido al estado de desnudez de sus protagonistas mujeres, a Raquel le cerraron la página en la que llevaba meses compartiendo su trabajo. Sin embargo, tres días después le devolvieron su página con la condición de quitar las imágenes en las que Lola salía desnuda. Raquel, con su creatividad y su humor, se inventó un parche para los pechos de las mujeres. “¡Relajaos con eso! ¡Es un cuerpo!”, dice. “¡Es increíble que en muchos lados ser mujer es un insulto! Pero ofende quien puede, no quien quiere. Y no hay que darle el poder de ofender a otros, no podemos ceder tanto los poderes”.