Mujeres de Confiar

La fuerza de las mujeres se siente en la Fundación Confiar

Por 18 enero, 2020 febrero 9th, 2020 Sin comentarios

Daniela, Adriana, Yeni, Oriana, Amalia, Cristina e Isabel. Las mujeres de la Fundación Confiar.

La Fundación Confiar existe hace más de veinte años y desde su surgimiento se ha sentido el sello de las mujeres. Destacamos esta instancia de la Plataforma Solidaria y el papel determinante que ellas han jugado en esta historia.

En la calle Caracas con la carrera Sucre, cerca al Parque de Bolívar de Medellín, está la sede de la Fundación Confiar. Es fácil llegar a ella porque se trata de una casa patrimonial que adquirió la Cooperativa en 1994 y que hoy conocemos como la Casa de la Cultura y la Cooperación Confiar. En esta bella construcción se gesta gran parte del accionar de la Fundación, en ella se realizan eventos y exposiciones, pero su labor no se queda ahí. Por un lado, las zonas de Bogotá y Boyacá cuentan con gestoras culturales que habitan esos territorios. Por otro, cuando la Fundación comenzó a existir, en 1996, su trabajo se desarrollaba desde las oficinas de la Dirección general y, posteriormente, en 2015, pasó a la actual sede.

La primera dirección de la Fundación Confiar estuvo en las manos de Martha Restrepo Brand, cargo que entregó en 2015, después de su jubilación. En el libro Confiar, una conquista solidaria, recuerda: «Mi vinculación fue en el año de 1986 y me sorprendió mucho ver cómo la estructura compuesta por gerente, cajero y personas atendiendo la barra, privilegió tener un promotor de educación antes de tener personal para mercadeo y administración. Ese hecho era realmente revolucionario. Encontré una tradición de análisis y de debate, en ese año se hizo un seminario ideológico en torno a las preguntas: ¿para qué hacer una economía cooperativa?, ¿cuál es el sentido de la intermediación financiera? Se reflexionó sobre la relación educación, economía, cultura. Me inauguraron también con un congreso en Bogotá con más de mil personas, que incluyó una gran movilización del cooperativismo de base de una percepción muy avanzada que confrontaba el cooperativismo tradicional». Y el trabajo alrededor de todos esos aspectos es el que hoy caracteriza a la Fundación Confiar, y el que sostiene un equipo de trece personas, de las cuales siete son Mujeres Confiar.

Otro acento femenino está en la voz melodiosa e irreverente de Aurita López, columnista, locutora, promotora de lectura y gestora cultural, que habitó la Cooperativa y la Fundación, llevando con ella su actitud y pensamiento crítico y una constante reflexión feminista que, podríamos pensar, es el germen de la equidad de género que se vive en la Cooperativa. Aurita escribió cientos de crónicas y columnas sobre el papel de las mujeres en la sociedad que se recogieron en el libro Mujer y tiempo, del sello editorial Confiar en la Cultura.

En la actualidad, el equipo de la Fundación cuenta con personas encargadas de los procesos de juventud, la gestión educativa, las comunicaciones y la cultura, la Escuela Confiar, los procesos ambientales y los administrativos, además de la dirección. Son en total doce personas en Medellín, Boyacá y Bogotá y cuatro de ellas están por fuera de la sede principal, de esta manera, la acción de la Fundación se extiende a los territorios en los que Confiar hace presencia.

¿Y qué hace la Fundación Confiar?

Si bien las fundaciones son figuras propias de las empresas del capital, que buscan adelantar actividades de tipo social que no hacen las empresas, en Confiar esto se desdibuja un poco, pues el proyecto de la Cooperativa misma es, además de financiero, social, político, cultural y ambiental. Por eso, podríamos decir que la Fundación Confiar hace las veces de articuladora y mediadora para muchos de los procesos que se desprenden de dichas dimensiones.

El trabajo de este equipo consiste en hacer reales muchas iniciativas de la Cooperativa Confiar, como el programa de becas, procesos formativos, grupos de estudio, exposiciones artísticas, premios a investigaciones, eventos de carácter cultural y otras acciones que se desarrollan en los territorios, de la mano, claro está, del equipo de toda la Plataforma Solidaria. Y este equipo, como muchos en Confiar, está conformado por una buena cantidad de mujeres.

La primera que llegó a Confiar fue Yeni Giraldo Molina, que actualmente es la directora administrativa y que ha recorrido un largo camino en la Cooperativa. Como empleada se vinculó hace 15 años, comenzó como auxiliar administrativa, pasó por el área de mercadeo y ha participado de diferentes grupos, uno de ellos fue una comparsa, lo que habla de su afición al baile y a la danza, y aunque aparentemente sus jornadas laborales pasan entre cuadros de excel, papeles y reuniones, lo que hace es fundamental para que los demás procesos se puedan llevar a cabo. Yeni es la mamá de Tomás, un niño que no es extraño ver en los eventos de Confiar y en los corredores de la Casa de la Cultura y que está creciendo en puro ambiente cooperativo.

Ese equipo lo complementa Daniela Arango Galeano, la asistente administrativa, quien ha participado de muchos de los procesos juveniles de Confiar y de la Fundación desde que tenía 13 años. Sabe por experiencia propia que Confiar siempre le ha apostado a juntar a las personas jóvenes y que la cooperativa cree que ellas y ellos pueden hacer un cambio. En su paso por la Fundación se ha integrado al grupo de estudio de Economía y Género y ha ido descubriendo la importancia del feminismo en su vida. Cree que cada vez más jóvenes deberían acercarse al proyecto cooperativista y ser sus replicadores, así, siente Daniela, que el mundo sería un lugar distinto.

Y para seguir hablando de mujeres jóvenes, también hace parte de la Fundación Isabel Cristina Pérez, una scout muy entregada a esa forma de vida, que llegó como practicante del área de comunicaciones y después de hacer algunos reemplazos, se quedó trabajando como gestora educativa y cultural. Una de sus principales tareas es liderar la estrategia de becas de educación superior, uno de los beneficios que Confiar ofrece para su base social. Su familia es asociada a Confiar, por eso ella también ha conocido los beneficios y la diferencia que hay en esta cooperativa desde muy joven y hoy, con mucho cariño, acompaña a esas personas jóvenes que empiezan a recorrer caminos en la búsqueda de sus sueños a través de la educación. «Confiar genera, más allá de la gestión financiera, una capacidad crítica frente a lo que somos, frente a la necesidad de volvernos a pensar hacia dónde queremos ir y por qué, frente a qué es el bienvivir y a través de qué hechos lo podemos construir».    

Y a propósito de jóvenes, la Fundación desarrolla el programa dirigido a este público, y la responsable de hacerlo es Cristina Londoño Chavarriaga, profesional en planeación y desarrollo Social y magíster en Cooperación para el Desarrollo. Vivió diez años en España, donde participó de la Asociación Canaria de Economía Alternativa, trabajando temas como la economía solidaria, el comercio justo, la soberanía alimentaria y las finanzas éticas. El valor de lo colectivo lo comprendió desde su niñez: su papá y su mamá lideraron la construcción de un acueducto comunitario en el barrio  y ella hizo parte de grupos juveniles. «Me di cuenta desde mis primeros espacios de socialización lo importante que era trabajar con otros y con otras, y no por un beneficio particular sino en la lógica de lo colectivo». Para Cristina, trabajar en Confiar ha sido una experiencia retadora profesionalmente y está convencida de la importancia de que una cooperativa financiera  tenga una propuesta política y ética de transformación social y económica para el mundo actual. «Creo que la cooperativa lo que hace es mostrar que lo financiero puede ser distinto y que puede hacer posible otras formas de vida más dignas para todas las personas»

Y para terminar con el equipo de Medellín, está  Adriana García Ramírez, la comunicadora. Estudió comunicación e hizo una especialización en Cooperación Internacional y su trabajo consiste en contar lo que hace la Fundación. Además, tiene la tarea de apoyar la gestión cultural de la Casa, siendo la responsable de tejer alianzas como la que dio vida a las Tardes de Piano con Bellas Artes o a exposiciones como la de Pedro Nel Gómez, que se realizó con el Museo que lleva su nombre, o una sobre el centro de Medellín, con el periódico Universo Centro. «En Confiar construimos un camino de solidaridad para la transformación hacia un bienvivir colectivo y eso es lo que a mí me emociona mucho porque estamos transformando la sociedad, y lo estamos haciendo a partir de un ahorro colectivo». Así que Adriana, desde su rol en la Fundación, articula lo económico con lo cultural y lo artístico, para generar reflexiones y preguntas que sumen a la construcción del bienvivir. 

La expansión territorial de la Fundación Confiar

Entre Cundinamarca y Boyacá son nueve municipios en los que hoy se encuentra Confiar con 18 agencias. Y allí también ha sido clave la presencia articuladora de la Fundación. A Boyacá llegó casi desde el momento en el que esta inició sus labores y a Bogotá hace apenas cuatro años, y en esos territorios están Oriana Zapata Ochoa y Amalia Moncada Martínez, una antropóloga y una licenciada en matemáticas que ponen su fuerza para mantener conectados procesos y organizaciones con la Cooperativa.

Amalia tiene una hija de seis años y ha estado vinculada a Confiar desde niña, pues su papá era líder sindical en Sofasa y fue uno de los principales promotores de Confiar en Boyacá desde sus inicios. Tras su muerte, la familia se distanció de la Cooperativa, pero Amalia regresó años después para buscar una beca de educación superior, así se enganchó nuevamente y con su experiencia como líder juvenil comenzó a participar de diferentes procesos, se convirtió en delegada y, finalmente, desde hace ocho años, se vinculó laboralmente a la Fundación. «Lo que hacemos en la Fundación es cooperar en todos los objetivos de Confiar, ser apoyo en los territorios y trabajar mancomunadamente con los organismos sociales y directores de agencia y, aportar la mirada territorial al proyecto nacional», explica Amalia.

Oriana es de Medellín pero vive en Bogotá hace ya varios años, una ciudad de la que destaca su diversidad, característica que ella asocia fuertemente a Confiar. En estos años, que todavía son pocos, ha logrado entender la apuesta política del cooperativismo y de la economía solidaria y se convirtió en una gran divulgadora a través de sus redes sociales personales; «Le robo gente a los bancos», dice en su descripción de Twitter. Sus aprendizajes como antropóloga, feminista y activista han constituido el sello de su trabajo en Confiar Bogotá, que en realidad es Bogotá, Soacha y Villavicencio. Allí, dice Oriana, «la presencia de la Fundación ha sido muy importante para hacer consciente la relación entre el mundo financiero de una economía soldiaria y el mundo social, implementando programas de formación y de socialización y encuentro». 

Sobre el equipo de mujeres de la Fundación sólo resta decir: «Nos han convencido de que las relaciones entre mujeres son difíciles, y que en el trabajo somos envidiosas, que nos pisamos las unas a las otras, que todo lo complicamos en exceso… pero nada más lejos de la realidad». Así comienza una de las entregas de Cazadoras de prejuicios, pero ellas son una prueba para desmentir esa idea errada de que las mujeres no podemos trabajar juntas. Yeni, Amalia, Daniela, Adriana, Isabel, Oriana y Cristina sí que saben que juntas es mejor y rinde más.

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