Las políticas sociales y económicas de las últimas décadas han profundizado las desigualdades sociales y una de las consecuencias más graves es que son las mujeres quienes primero han vivido los efectos negativos relacionados con el empobrecimiento y la precarización del trabajo femenino; a este fenómeno se le conoce como «Feminización de las causas de la pobreza» y evidencia que más allá de las mediciones por ingresos económicos (que no tienen en cuenta las relaciones de género), la pobreza también se manifiesta en otras dimensiones relacionadas con la calidad de vida mostrando que las mujeres son las más pobres entre los pobres, y así lo evidencian las cifras oficiales.
