En Confiar hablamos Entre Iguales, esta vez sobre familia, convivencia y emociones con el propósito de mantener la salud mental y el bienestar emocional de todos los miembros del hogar.
“Entre Iguales” es el nuevo espacio de conversación y reflexión de la Cooperativa Confiar para contribuir al bien vivir de las asociadas y asociados. Y como sabemos que la cuarentena genera cambios en la convivencia, este primer conversatorio trató sobre cómo vivimos las relaciones familiares y en el hogar, a partir de las tareas de cuidado que desempeñamos como mujeres y como hombres.
Contamos con la participación de Valeria Mira y de Geovanni Celis, dos personas asociadas de Confiar y para quienes son muy importantes las reflexiones acerca de la paridad en las relaciones humanas; y también nos acompañó Alejandro López, director de la Fundación Confiar y Jenny Giraldo, directora de Mujeres Confiar.
Las personas invitadas compartieron sus experiencias acerca de cómo han vivido las relaciones en el hogar a partir de la distribución de los trabajos domésticos, y aunque son experiencias muy diversas, una de preguntas más importantes fue: ¿si varias personas viven en un mismo hogar, por qué solo una tiene que hacerse cargo?. Aunque esto es algo que ha venido cambiando, aún no existe una distribución entre iguales de las labores domésticas en todos los hogares.
Varias cosas nos hacen iguales a las mujeres y a los hombres, y una de ellas es que ambos tenemos manos, esto significa que estamos en la misma capacidad de desarrollar dichas labores. Por otra parte, algunas personas en situación de discapacidad, algunos adultos mayores, personas enfermas o niños y niñas, no pueden asumir las mismas cargas de cuidado que otros miembros del hogar, por esto se les debe garantizar el cuidado como un derecho.
A medida que avanzamos en la conversación, se evidencia que existen muchas tareas de cuidado, no se trata solo de cocinar y barrer, también se trata de llevar a alguien al médico, hacer las tareas escolares con los hijos e hijas o ir a la tienda a comprar lo del día; estas y otras labores, son las que tenemos que hacer para que una casa funcione, si no se realizan nadie podría disponerse para trabajar o estudiar, y no funcionarían las familias ni la sociedad.
Una de las cosas más valiosas de la cooperación en el hogar, es que cuando todos nos hacemos cargo de las labores que nos corresponden, desarrollamos habilidades importantes como cocinar, cuidar plantas, animales o personas, incluso aprendemos a administrar el hogar; de esta forma también contribuimos a una convivencia familiar más armoniosa.
A través del chat del Facebook Live y desde varias ciudades y municipios, asociados y asociadas de Confiar reconocieron que los roles de género han ido cambiando con el tiempo pero aún se mantiene una desigualdad; reflexionaron sobre las prácticas que se pueden implementar al interior de los hogares para contribuir a cerrar las brechas de desigualdad en la sociedad. Por ejemplo, una de las participantes destacó la paridad en el panel de invitados y señaló la importancia de hacernos conscientes del lenguaje cuando hablamos de estos temas: “no se dice ayudar o colaborar, es asumir equitativamente las responsabilidades que a cada quien le corresponden”.
Entre las anécdotas e historias compartidas, vimos que todavía hay una diferencia muy grande entre el tiempo que dedican las mujeres a las tareas del hogar y el tiempo que dedican los hombres, pues ellos también participan pero en menor proporción. Esto explica porqué algunas mujeres tienen más dificultades para acceder a empleos formales o a educación superior, y se debe a que tienen que compatibilizar su tiempo entre el trabajo, el estudio y las tareas del hogar.
Sin embargo, la desigualdad en la distribución del trabajo de cuidado no solo afecta a las mujeres. Por su parte los hombres también pierden la posibilidad de aprender a manifestar y a gestionar sus emociones, prácticas que se logran cuando se tejen vínculos amorosos con la familia a través del acompañamiento y el cuidado y esto empieza por estar presentes en la cotidianidad del funcionamiento de los hogares.
Es así que para vivir entre iguales, la provisión material y económica, la administración del hogar y el acompañamiento psicosocial y afectivo de los miembros de la familia, deben asumirse con paridad entre hombres y mujeres; de esta manera se forman niños y niñas que se convertirán en adultos más saludables emocionalmente y con un sentido amplio de la importancia del cuidado de otras personas y de sí mismos.
Finalizamos la conversación con la certeza de que el cuidado debe ser una premisa fundamental para todo ser humano sin importar su sexo, su género o su condición social. Por esto, desde Confiar promovemos la cooperación, la solidaridad y la confianza como prácticas que cuando comienzan desde casa, construyen convivencias más saludables y equitativas, pero también transforman las desigualdades sociales.