Esta es la primera de tres entregas de #EllaEs @gemmalienas, aquí Gemma nos comparte la historia de las Gafas Violeta y El Diario Violeta de Carlota.
Por Sandra Valoyes Villa
Gemma Liennas i Massot nació un 16 de enero en Barcelona, España, es escritora, licenciada en Filosofía y letras, con amplia experiencia en el mundo editorial y en el mundo educativo; ha sido columnista de opinión en medios de comunicación españoles como El País y El Periódico de Cataluña entre otros, y fue Diputada del Parlamento de Cataluña por Barcelona entre los años 2015 y 2017. Es una activa feminista y por su creación artística ha recibido numerosos premios literarios y también de carácter público.
¡Gemma, Bienvenida! Un placer poder estar conversando contigo ¿Cómo te gusta que te presenten o cómo te presentas a ti misma?
Yo me presento como escritora, feminista y conferenciante, esas tres cosas.
Empecemos por El Diario Violeta de Carlota, la novela donde a través de Carlota, una adolescente que va plasmando situaciones cotidianas en su diario, vamos reconociendo y haciendo consciencia sobre las múltiples discriminaciones hacia las mujeres y justamente son las Gafas Violeta, la metáfora que nos permite verlas. El Diario Violeta de Carlota (2001), uno de los éxitos de Gemma Lienas, ha sido traducido a varias lenguas y en 2003 obtuvo una Mención de honor por parte de la UNESCO. Gemma, cuéntanos ¿cómo llegó este proyecto a tu vida y qué te motivó a desarrollarlo?
Este proyecto nació hace 18 años, yo en aquella época vivía en Francia, ya llevaba tiempo escribiendo y de pronto pensé que tenía que escribir un libro de feminismo para gente joven porque me daba cuenta que pensaban que, puesto que había muchas leyes igualitarias, ya no era preciso el feminismo y a mí me parecía que continuaba siendo muy importante; así que decidí escribir un libro de feminismo para gente joven.
Al principio lo escribí de otra forma y cuando llevaba veinte páginas escritas en las que yo, Gemma Lienas, contaba qué era el feminismo, pensé que era aburridísimo, que no me gustaba nada, y lo tiré, y decidí volver a empezar como si fuera una chica adolescentes que fuera descubriendo qué era el feminismo y lo fuera contando a sus pares, a sus amigos y amigas, a gente de su edad. Para ello decidí coger a uno de mis personajes, a Carlota, que apareció en una novela que escribí en 1987 y luego en otra que escribí posteriormente, con lo cual se había convertido en un personaje conocido entre los adolescentes, así que decidí que sería la propia Carlota, es decir, yo a través de Carlota, quien escribiría este diario sobre feminismo, y tenía que ser un libro que no fuera sólo de no ficción porque si era sólo un libro en el que se contaban conceptos, era probable que no llegase a los jóvenes que están más acostumbrados a leer narrativa y por lo tanto necesitaba algún hilo conductor y ese hilo fue la historia de Carlota, de Marcos y lo que les pasa con las ratitas, etc.
Así es como nació El Diario Violeta de Carlota que ahora cumple 18 años, es decir, que ahora Carlota ha llegado a la mayoría de edad.
Cómo o cuándo llegaste al feminismo, es decir, a esa reflexión de las desigualdades entre hombres y mujeres y a tratar de transformarlas, porque al final eso es lo que hace El Diario Violeta de Carlota… ¿Cuándo empezaste a ponerte las Gafas Violeta?
No puedo decir en qué momento me di cuenta que era feminista, pero sí te puedo decir que desde muy pequeña fui feminista.
Yo nací en el año 1951, eso quiere decir en los años cincuenta, donde España era una dictadura y por lo tanto las diferencias entre mujeres y hombres eran mucho más acusadas que ahora porque no teníamos leyes igualitarias. Por ejemplo, a mí me sorprendía que tuviéramos que estudiar cosas distintas en el colegio de las que estudiaban los chicos de mi edad, porque nosotras teníamos que estudiar costura, economía doméstica y ellos no, o por ejemplo, me sorprendía que a los 18 años yo tenía que estar en el pasaporte de mi padre, como había estado mientras era menor, o en el pasaporte de mi marido, pero era muy difícil tener un pasaporte individual para mí sola; o por ejemplo, el hecho de que las mujeres tuvieran que pedir permiso al marido para abrir una cuenta corriente, te estoy hablando de los años sesenta, setenta, o por ejemplo en 1977 cuando yo me separé no existía la ley del divorcio en España y todavía el adulterio femenino, no el masculino, estaba castigado con tres años de cárcel.
El referente más próximo que yo tenía de patriarcado era mi padre, él consideraba que las mujeres eran seres inferiores, me recordaba que Schopenhauer había dicho que «las mujeres son animales de pelos largos e ideas cortas» o me decía, cuando yo tenía siete, ocho, diez años, que yo no podía estudiar arquitectura porque una mujer no podía pasearse por las obras porque los obreros le verían las bragas, y esas cosas yo las tengo grabadas.
Todo lo que fui oyendo y viviendo a lo largo de mi infancia me hicieron feminista, pero no fue hasta que fui mayor que supe aquello era el feminismo.
En la actualidad, las y los jóvenes pareciera que sintieran que las mujeres tenemos todos los derechos ganados y que existe igualdad, de hecho y como lo anotaste al principio, esta fue una razón para que naciera El Diario Violeta de Carlota. Es difícil comprender que, a pesar de los avances en materia de derechos de las mujeres tanto en España como en otros países del mundo, incluyendo a los latinoamericanos, aún nos falta llegar a la igualdad. Gemma, ¿Cómo se puede ilustrar el por qué seguimos exigiendo igualdad?
Tenemos muchas dificultades porque hay incrustadas en el cerebro ideas que se han trasladado a lo largo de siglos y siglos, que hacen referencia a esa supuesta inferioridad femenina. El patriarcado que es la estructura social en la que se asienta el machismo y la desigualdad de la mujer, justamente lo que hace es decir que la mujer es inferior y por lo tanto le debe subordinación al hombre, lo que hace el patriarcado es decir que el hombre es superior intelectual, moral y físicamente y que por lo tanto acumula el poder.
El patriarcado se basa en otra premisa que es la división sexual del trabajo, donde el trabajo del cuidado corre a cargo de las mujeres dentro de casa, sin un reconocimiento social y sin un salario. Por eso las mujeres trabajan muchas más horas en todo el mundo, pero son mucho más pobres que los hombres, porque no tienen ni propiedades, ni reciben salarios por ello, en cambio los hombres se supone que tienen que estar en la esfera pública, que es la esfera productiva y pueden recibir un salario y un reconocimiento social; y todo ello, está basado en la idea de que por el hecho de parir, las mujeres tienen que ocuparse del cuidado pero eso no es así, porque una cuestión es parir y la otra cuestión es ocuparse de los demás, que es algo que pueden y deben hacer hombres y mujeres porque el cuidado lo tenemos que compartir.
Esas ideas de la supuesta inferioridad femenina, la supuesta superioridad masculina y la división sexual del trabajo, llevan tantos siglos que por mucho que cambiemos las leyes, las mentalidades son mucho más difíciles de cambiar, por eso hay mucha gente que piensa que una mujer es la que debe cuidar a los hijos, hijas e incluso a los papás del marido, cuando los papás del marido deben ser cuidados por el marido, no por la mujer que ya se ocupará de los suyos. Hay tantas cosas que están incrustadas en nuestra mente, estamos tan acostumbradas y acostumbrados a ver de determinada forma, que esto nos parece lo normal.
Espere la continuación de esta conversación, en nuestra segunda entrega de la entrevista #EllaEs @gemmalienas, donde conoceremos otras obras en las que la escritora ha abordado temas que involucran a las mujeres de manera particular, Gemma Lienas nos contará además qué está pasando en la actualidad con la literatura feminista y si cree posible que los hombres puedan ser feministas.
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