Cultura

Ellas hacen realidad una idea llamada Bazar de la Confianza

Por 10 julio, 2022 julio 14th, 2022 Sin comentarios

Foto: Camila Tamayo

María Elena, Isabel, Alejandra, Sandra, Catalina y Luna conforman el grupo de mujeres que lidera la producción y dirección del Bazar de la Confianza. Nuestra misión en Mujeres Confiar es hacerlas famosas, pues son ellas, con un trabajo que para muchos es desconocido, quienes amasan y dan forma a esa idea que se construye colectivamente con la participación de muchas personas y organizaciones.

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Es el día del Bazar de la Confianza. Desde antes de las 5 de la mañana suenan despertadores por todo Medellín y cercanías. Más de mil personas comienzan ese domingo su jornada; más tarde tendrán puesta la camiseta que tiene el logo de Confiar y que seguramente dirá “En modo Bazar”. Todas ellas se van a desplazar al Jardín Botánico y van a estar en diferentes labores: coordinando stands, vendiendo, montando, grabando, presentando, cantando y muchos otros verbos que una vez al año se conjugan con mucha alegría y que, este año, vienen con la fuerza que arrastra dos años de ausencia, pues una de las nefastas consecuencias de la pandemia fue la eliminación de los lugares de encuentro y esperanza como esta fiesta solidaria.

También hay un grupo de gente que, desde muy temprano e incluso un par de días antes, camina por todas partes, van de un lado a otro sin rumbo determinado, andan con un radioteléfono y un termo de agua, y conocen el Bazar en todas sus dimensiones: saben cuánto cuesta, cuántas actividades hay, cuáles expositores llegaron, cuál es la programación, quiénes son los proveedores, cuáles son los problemas y cómo se solucionan. Y no es para menos, pues este grupo es el encargado de la producción del Bazar de la Confianza, un equipo conformado por seis mujeres con diferentes tareas para que este evento se materialice.

“La producción es hacer realidad una idea”, explica Paola Cárdenas, conocida como Luna, una publicista que dirige este equipo y, en general, todas las relaciones con las que se teje el Bazar. Después de haber trabajado como productora de televisión, se decidió por los eventos culturales y aclara que no le gustan los de tipo comercial, aunque podrían darle mucha plata, sino esos que promueven otros valores, como bien lo hacen aquellos relacionados con el arte y la cultura. Cabe anotar que su nombre de pila es Paola Selene y que cuando estudió música, después de salir del colegio, un profesor la renombró Luna y así se quedó.

Junto a ella trabaja María Elena Martínez Herrera, administradora de empresas, hábil con los negocios, mamá de dos hijos que hoy tienen 30 y 26 años y que, justamente por un negocio, llegó al mundo del entretenimiento y la cultura. A los 33 años, cansada de ser empleada, se lanzó en clavado a la aventura de ser independiente y sin saber nada de producción o montaje, se quedó en una empresa en la que las únicas mujeres eran ella y la secretaria. Y se dijo: “la mejor manera de aprender… es hacer”, así que empezó a moverse, a observar, a preguntar; a todo le ponía números: desde cuántas horas se tomaba armar una tarima hasta cuántos minutos se necesitaban para desarmar una caja. Eso le permitió entender el sector cultural como una empresa y comenzó a asesorar compañías de danza, de teatro, eventos artísticos y emprendimientos culturales. Ella es la productora general del Bazar y cuenta con la asistencia de Isabel y Alejandra, que con dos historias muy distintas se han ido vinculando al mundo de la economía solidaria.

Isabel Cristina Osorio Berrío es artista visual, y durante su carrera también exploró el mundo de la gestión cultural, la producción y los audiovisuales. Pero hoy se reconoce como una artista textil, hace croché, sabe bordar y ahora está investigando sobre el bordado noruego, una técnica y un estilo basado en patrones, deshilados e hilos blancos. Su vida profesional comenzó en el Museo de Antioquia, donde conoció a Las Guerreras del Centro, un colectivo de mujeres en ejercicio de prostitución de un álgido sector en el centro de Medellín –el que rodea al Museo–, con ellas trabajó, hizo roperos y costureros, mantiene el vínculo y se activa para mover donaciones o eventos. Desde pequeña ha conocido a Confiar, quizás fue a los 8 años que llegó por primera vez al Bazar, participó de diferentes procesos, coordinó la zona de juventudes y ahora es asistente de producción, y a pesar de los años y la cercanía sigue conociendo y asombrándose con la inmensidad del Bazar de la Confianza.

Su coequipera es Alejandra Jaramillo Sierra, una comunicadora corporativa que ha enfocado su carrera hacia las relaciones públicas, mamá de Paulina, que tiene siete años, y que en 2014 convirtió su mayor pasión en un negocio: creó una agencia de viajes en la que la garantía era su propia experiencia; es decir, no vendía un tour a un lugar del que ella no pudiera dar fe. Pero la pandemia golpeó duramente el turismo y, después de seis años, tuvo que clausurar su proyecto. Luego se dedicó a los eventos académicos, conoció la corporación Penca de Sábila y descubrió que Medellín también tenía zona rural. Toda una viajera y no sabía que en su propia ciudad hay campo y, por supuesto, campesinos. Conociendo especialmente la vida de las mujeres campesinas le dio un giro a su carrera y todo lo que sabía se fue encaminando más hacia la incidencia pública. En un bache de tiempo sin contrato, llegó el momento de conformar el equipo del Bazar y, por primera vez, aquí está.

Otra publicista que se suma a este equipo es Sandra Murillo. Su especialidad son los espacios efímeros, es decir, stands, sets de televisión y ese tipo de montajes que duran poco pero dicen mucho de una marca o un proyecto. Su labor en el Bazar de la Confianza es el diseño y la producción de la Plataforma Solidaria, ese espacio que en un solo día logra mostrar todo lo que es y hace Confiar, y que este año ambienta a Barrio Confianza, un barrio en el que hay ruta de bus, caseta comunal, granero, farmacia y miscelánea. Antes de eso, Sandra pasó por diversas agencias de publicidad, en su crisis de los 30 se fue para Londres a estudiar inglés, se quedó más de lo planeado, volvió a Medellín y resultó otra vez en Londres, allá estudió diseño web y se quedó trabajando. Entrar en contacto con clientes en otro idioma le permitió corroborar el poder de la imagen como lenguaje universal. Cuando se cansó, se devolvió a su ciudad y ahí empezó la historia como independiente y dedicada a este tipo de servicios: el diseño de espacios efímeros. Sandra es esposa, hija, hermana y mamá de dos perros y cuatro gallinas que tiene en su casa en el corregimiento de Santa Elena.

Por último, está Catalina Hoyos, comunicadora gráfica, publicista, realizadora de contenidos digitales y cuasi ingeniera de sistemas, a quien nos podemos imaginar caminando por cualquier calle de Medellín con su perro y saludando al que se le atraviese o pasando la tarde con su mamá, su abuela y su hermano. Junto a otra colega, Catalina creó Hey! Creativos, la empresa con la que se integra a este equipo. Su trabajo es administrar el sitio web del Bazar de la Confianza, garantizando que las personas tengan la información a tiempo, desde tres meses antes. También se hace cargo del proceso de inscripción de expositores, diseñando los formularios, capacitando a las coordinaciones y apoyando a la dirección en la etapa de selección de propuestas. Contar el Bazar en todas sus etapas y emocionar y mantener la expectativa a través de las redes sociales, también hacen parte de sus labores, y para que esto sea posible, Catalina y Hey! deben integrarse al equipo de comunicaciones de Confiar, también conformado mayoritariamente por mujeres; juntas logran que todas las personas que estamos esperando el Bazar nos mantengamos al día con sus avances.

A ellas las une la sensibilidad, la insatisfacción que las ha invitado a moverse de lugar, la independencia y autonomía y una enorme capacidad de trabajo en equipo que demuestra que, lejos de los estereotipos, las mujeres pueden hacerlo juntas, trazarse metas, liderarse las unas a las otras, respetar los lugares de cada una y cumplir una misión colectiva. En este caso, hacer posible una de las ideas más bonitas y potentes que se ha gestado en Confiar: el Bazar de la Confianza.

Este año, además, el Bazar tiene una fuerte participación femenina en otras instancias. Todos los espacios cuentan con el liderazgo de mujeres en sus equipos de coordinación: en el Café Arte están Sandra Barrientos y Alejandra Jaramillo; en Confiar en la Juventud, Daniela Cardona; Mercados para la Paz es coordinado por Andrea Molina y Verónica Vahos; las Redes Solidarias cuentan en su equipo con Alejandra Echeverri; Edna Lagos es la encargada de los artistas itinerantes; en Mercados Solidarios se encuentra Johana Vergara, Deberley Montalvo se integra a la coordinación de Sabores de Confianza, y la Plataforma Solidaria es liderada por Jennifer Restrepo.

Y vale la pena también mencionar que entre todas las propuestas inscritas por personas naturales, el 72% son iniciativas de mujeres. Además, el Bazar tendrá la participación de colectivos y organizaciones de mujeres, con propuestas feministas e incluyentes.

¡Se llegó el día!

Luna afirma que ella coordina tres bazares: el que se diseña en el papel, el que se hace el día del evento y el que se consigna en el informe posterior. Este equipo comienza a trabajar cinco meses antes del día del Bazar; numerosas reuniones, llamadas, contactos, bases de datos, planimetrías, listas de chequeo, correos hacen parte de su rutina. Además, se conforma un comité que, desde la Cooperativa y la Fundación Confiar, dirigen y acompañan todos los procesos que se encadenan para dar vida al Bazar.

Ya habíamos dicho que producir es hacer posible una idea, y también es sumar saberes, que en este caso son muchos, por eso la planeación es fundamental. Más que en el papel, esta fiesta se va trazando en un complejo archivo de excel en el que se detallan cada uno de los muchos procesos que hay que gestionar: la convocatoria de expositores (este año se presentaron 378 propuestas de 33 municipios y fueron elegidas 262); diseño de la campaña de comunicaciones para todas las etapas; articulación de las organizaciones coordinadoras; búsqueda de proveedores para los múltiples servicios (sonido, carpas, stands, alimentación), y recorridos por el Jardín Botánico que permiten diseñar de manera óptima cada uno de los espacios del Bazar. Por supuesto, una cosa son el excel y las listas y otra las relaciones que se tejen en el día a día, las conversaciones y los acuerdos que hay que construir; y en ese ejercicio también se tejen muchos aprendizajes; como dice Maria Elena, “participar en el bazar me ha servido para entender las diferencias de pensamiento y de posturas”, porque aunque hay perspectivas comunes, también está la diversidad como un principio.

Aunque en el mundo de la producción ha hecho carrera la idea de que una de sus experticias es ‘apagar incendios’, en este equipo se defiende lo contrario: “No quiero apagar incendios y no quiero que nadie los apague. Hay un premisa en la producción y es que hay que sufrir, hacerlo a contratiempo, todo es para ya o en su defecto para antier; las producciones no tienen que llegar a resolver un problema de falta de gestión de otros y me he dado esa pelea, en la contratación y en los tiempos de cada proceso, de modo que llegue el día del evento y no suframos”. Esa es una perspectiva de cuidado fundamental para Luna, con ella posibilita que su equipo trabaje de manera tranquila, que cada quien se pueda concentrar en su tarea y hacerlo de la mejor manera posible y que el día del Bazar, aunque cansadas, estén felices. “Que el imprevisto sea eso, un imprevisto, no la cotidianidad”.

El Bazar de la Confianza se realiza cada año en Medellín y cada dos años en Duitama, y ellas nos aclaran que no es sólo un evento –el más grande del sector cooperativo en el país–, sino que es una estrategia que integra todas las perspectivas políticas de Confiar. Los nueve espacios que ocupan el Jardín Botánico con propuestas alrededor de la juventud, el comercio justo, la ecología, las cocinas tradiciones, las redes y alianzas solidarias, las artes y la cultura, las economías populares y las apuestas por la paz, son la muestra de que, como decimos en Confiar, otro mundo es posible… y está en este.

¡Invitadas!

Si quieren asistir al Bazar la Confianza, este domingo 17 de julio, pueden descargar las boletas en bazardelaconfianza.com (para personas asociadas y ahorradoras). Y para quienes no se han asociado, pero tienen ganas de ir, entregaremos algunas boletas que se pueden ganar escribiendo al correo mujeresconfiar@gmail.com

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