Foto: Confiar Cooperativa Financiera
Colaboración de Mónica Palacios Chamat
La narración oral ha hecho parte de todas las culturas desde el principio de los tiempos y en su origen posibilitó la conservación de saberes y tradiciones de una generación a otra, y la transmisión de cuentos y leyendas como explicación del mundo y como juego de la imaginación. Del hábito de la oralidad participaban por igual mujeres y hombres, tanto en los entornos familiares como sociales; sin embargo, cuando pasó a ser narración escrita estuvo dominada durante mucho tiempo por nombres masculinos dadas las restricciones de acceso a la escritura y la publicación para las mujeres dentro de muchas sociedades patriarcales. De manera, pues, que llegamos al siglo XXI con un desequilibrio visible de varios siglos en cuanto al género de quienes firmaban los cuentos escritos y publicados. Nunca es tarde para equilibrar esa balanza, y los nombres de las mujeres escritoras empiezan a estar, apenas ahora, más presentes que nunca en las portadas de los libros, en los estantes de las bibliotecas, en las lecturas del público.
Y para seguir poniéndonos al día en esa tarea de igualdad, la colección Mujeres que cuentan reúne dieciséis cuentos de igual número de autoras colombianas, con una perspectiva completamente diversa en múltiples sentidos. De un lado, las escritoras que lo integran son originarias de once lugares diferentes de Colombia: ciudades que solemos ver con frecuencia en la lista de publicaciones nacionales, como Bogotá, Medellín, Barranquilla, Pereira y Manizales, y poblaciones cuya literatura ha tenido menos presencia en las estanterías de libros, hasta ahora, como Bahía Solano, Sahagún, Chinú, Duitama, Támesis y Jericó.
También hay diversidad en las generaciones a las que pertenecen las escritoras de esta colección, desde la poeta manizaleña Maruja Vieira, con sus cien años recién cumplidos el pasado diciembre; hasta las muy jóvenes Juliana Javierre y Estefanía Carvajal, nacidas ambas en 1993. Entre los años veinte y los años noventa, se ubican varias representantes de cada una de las décadas intermedias, que narran desde los contextos temporales en los que crecieron, aunque esto no se expresa en sus cuentos como una camisa de fuerza que obligue a unos temas y unas perspectivas, sino como una consecuencia natural de las influencias a las que estamos expuestas según los tiempos en los que vivimos.
Las temáticas que abordan también dan cuenta de unos universos y unas vivencias que si bien pueden pasar por los roles tradicionales que se asocian a las mujeres, como la familia, la maternidad y el cuerpo, también exploran visiones como el conflicto armado, la muerte, la literatura, la locura, la violencia y el sentido del humor.
La infancia, por ejemplo, es un tema que aparece en el cuento de Marvel Moreno, «El muñeco», a través de una relación misteriosa de un niño con su juguete, visto a través de la mirada extrañada de su abuela; también desde la infancia regresa un recuerdo a la memoria de Estefanía Carvajal, la narradora del cuento «Fran»; y es así mismo el momento de la vida en el que a dos primitas en vacaciones se les ocurre la travesura cruel de hacerles funerales a las cucarachas en «El cementerio», de María Teresa Agudelo.
La literatura, por su parte, es el eje narrador del cuento «Como en una novela», de Claudia Ivonne Giraldo, en donde una lectora llega a la memoria de una vieja lectura del pasado a través de un nuevo libro que más que leer, recuerda. También es la estructura que sostiene la narración de un viaje en un tren inexistente, con paradas en estaciones irreales y llegadas a futuros que no fueron posibles en el cuento «El tren», de Tania Espitia; y se siente su presencia en el relato de Carmen Cecilia Morales, «Ojos de gato», en el que la realidad de una mujer que despierta en su propia vida se salpica de elementos y tiempos que parecen mágicos, para inscribir este relato en una manifestación contemporánea de lo real maravilloso.
La muerte suele ser, desde el principio de los tiempos, un tema casi inherente a la narración, pero aun siendo tan recorrido y explorado, sigue teniendo el encanto suficiente para relatarlo desde donde no se le ha contado antes, por ejemplo, las ramas de un árbol frutal, como en el cuento «El zapote», de Ana María Jaramillo; o desde los sentidos cantos con los que se despide a quienes dejan este plano en las culturas del Pacífico, como cuenta Velia Vidal en «Alabao»; y también, como en el cuento «De luto», de Paloma Pérez, a partir de la elección de un vestuario que le dé un significado a esa nueva forma de enterrar a los muertos a la que obligó la pandemia del covid.
Al estar integrada por colombianas, las problemáticas propias de este país resultan casi ineludibles en cualquier forma narrativa, y aunque se trate de historias ficticias, siguen siendo testimonio de un territorio y un momento de la historia. En el cuento «Tigre americano: panthera onca», Laura Ortiz aborda el tema del conflicto armado tomando como punto de partida los efectos de un miedo que no entiende Milena, una pequeña de ocho años; por su parte, Albalucía Ángel escribe como quien reprocha a esa amiga que bajó sus defensas cuando se enamoró de «El guerrillero» que salió del monte para darle nombre a este cuento.
Esta cuidadosa y completa selección de cuentistas es, por un lado, una celebración de la diversidad que habitamos en la actualidad, y por otro, un paso más en el camino de dar relevancia a las voces de las mujeres en la literatura que durante tanto tiempo han estado silenciadas. Como escribe la prologuista de la colección, Luz Mary Giraldo, «Nada más oportuno y necesario que dar presencia a esa diversidad de voces femeninas que saben nombrarse a sí mismas y reconocer el tiempo y el mundo al que pertenecen. Voces de mujeres con el don de la palabra pensante y creativa en tiempos de perplejidad».
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Mónica Palacios Chamat es editora, correctora y traductora de inglés a español. Comunicadora social-periodista de la UPB y magister en Hermenéutica literaria de Eafit. Publica reseñas literarias y artículos culturales en algunos medios locales y nacionales, y evalúa propuestas literarias para algunas editoriales. Asiste al Club de Lectura Aurita López.