Este mes se conmemoran los 70 años de la publicación de El segundo sexo, el destacado ensayo de la filósofa y escritora francesa Simone de Beauvoir, en el que plasmó sus reflexiones sobre lo que significaba para ella el ser mujer.
Por: Laura Aguilar Arias
A Simone de Beauvoir se le reconoce, sin duda, haber sido una de las pioneras del feminismo contemporáneo, sobre todo en lo que se refiere a su aspecto político y reivindicativo. En su obra más famosa, El segundo sexo, la filósofa francesa hace una extensa reflexión sobre la vida y sobre un problema que no había sido considerado hasta entonces digno de análisis: la situación de la mujer en el mundo.
El libro surgió cuando de Beauvoir se disponía a escribir su autobiografía e inmediatamente se encontró con una pregunta fundamental: ¿Qué significa para mí ser una mujer?, y en lugar de escribir su biografía, escribió cientos de páginas en las que, valiéndose de la metodología y los conceptos existencialistas, escribe su propia interpretación sobre ello. Haciendo uso de una inestimable documentación, analiza detenida y rigurosamente este asunto, tomando la interrogación sobre el sujeto-mujer como punto de partida, lo que hace posible el inicio de una nueva forma de reflexión: la Teoría Feminista.
¿De dónde nace y cuál es la naturaleza de la supuesta inferioridad de la mujer? ¿De dónde emerge este lugar de «lo otro» en el patriarcado? Son algunas de las reflexiones que tienen como punto de partida El segundo sexo, y para comenzar a dilucidar las respuestas, Simone de Beauvoir aborda de forma muy juiciosa todos los aspectos relacionados con el cuerpo femenino y su sexualidad: desde la infancia a la madurez; desde la heterosexualidad a la homosexualidad; desde la «corrección» del matrimonio a la «incorrección» de la prostitución.
Aparecen entonces la madre, la prostituta, la lesbiana, la narcisista, la enamorada, la mística; y finalmente nos da un poco de luz cuando habla de la mujer independiente, liberada del yugo que la sujeta a su posición de «otredad». Sin embargo, no deja nunca de advertir las diferentes circunstancias que llevan a creer en la inferioridad de la mujer y en los efectos que esta creencia tiene sobre las elecciones de vida de ella.
La frase más famosa del libro: «No se nace mujer: se llega a serlo», resume el punto de partida de la autora, que asegura que muchas de las características que presentan las mujeres no les vienen dadas de su genética, sino de cómo han sido educadas y socializadas. Analiza la feminidad desde distintos puntos de vista: cultural, histórico, psicológico, biológico, etc., aclarando que ninguno de estos aspectos son suficientes para dar una definición de mujer, pero contribuyen a determinarla como «lo otro» frente a «lo uno»: lo masculino.
Las reflexiones de Simone marcaron un antes y un después en los movimientos feministas, que hasta ese momento -años 40- se limitaban a solucionar temas como el derecho al voto, a la educación, al trabajo, sin cuestionar de manera profunda los roles tradicionales de la mujer en la sociedad. Tal vez por eso la obra pasaría desapercibida hasta los años 70, cuando fue retomada por otros movimientos de mujeres que ya tenían un proceso claro y quienes lo acogieron como una ‘biblia’, pues consideraban que todavía era necesario replantearse la creencia extendida de la inferioridad de la mujer, expresada en todas las formas y por todos los medios: «La mujer libre, independiente y progresista todavía estaba sometida y mantenida en el contexto de unas instituciones con unas fuertes connotaciones masculinas dominantes en la totalidad de la sociedad», cuenta la investigadora Juana Ortega Raya en su texto La aportación de Simone de Beauvoir a la discusión sobre el género.
Actualmente, en pleno siglo XXI y con el apogeo de movimientos de mujeres tan poderosos y mediáticos como el #Metoo, el «equal pay», el #NiUnaMenos, entre otros; y ‘ad portas’ de la, aparentemente inevitable, 4ª ola feminista, el ensayo que nos regaló hace 70 años Simone de Beauvoir, parece retomar importancia al entregarnos bases investigativas acerca del lugar de las mujeres en el mundo. Lugar que parecería lejano al de las de la época en la cual el libro fue escrito, pero que definitivamente sigue sin ser el de la igualdad: los hombres siguen afirmándose como «lo uno», mientras a las mujeres se nos sigue dando el lugar de «lo otro», ¿Será que alguna vez nos afirmaremos como «lo mismo»?