Cultura

El mundo merece cambiar

Yira Plaza O’Byrne nació en Cartagena (Colombia) en 1987. A sus 14 años encontró en la biblioteca familiar una carta en la que amenazaban su padre, Luis Plaza, un líder sindical que además pertenecía a la Unión Patriótica, partido político de izquierda, resultado de un proceso de paz en 1984 y que desde ese mismo año hasta el 2000 sufrió un brutal exterminio, contando cerca de seis mil militantes y simpatizantes asesinados.

El papá de Yira es uno de los sobrevivientes, fue amenazado en múltiples oportunidades y sufrió un intento de homicidio en el 2014. “Recuerdo haber hablado con él al día siguiente del atentado del que fue víctima en Cartagena y notarlo sereno, como si el atentado fuera una razón para seguir adelante. Ese día me di cuenta de que mi padre y yo compartimos un impulso vital: creemos que el mundo merece cambiar”.

Tras movimientos y decisiones en su vida, Yira estudió periodismo y se convirtió en cineasta; así se embarcó en este proyecto que, a través de un hilo conductor —un hilo rojo— que es ella misma, une la vida pública de su padre, la vida íntima de su familia y la historia política de Colombia en los últimos 40 años; pues El rojo más puro conecta la trágica historia de la UP con el tiempo que vive hoy el país, marcado por la eliminación de un nuevo proyecto que se configuró tras la firma del Acuerdo de Paz en 2016, pero también enriquecido por hitos de esperanza, como los vividos alrededor de dicho Acuerdo o del deseo y la decisión de Yira de ser mamá.

Le preguntamos a ella qué ha significado para su familia esta película, pues la cámara irrumpió en la cotidianidad, en los recuerdos y en la intimidad y expone situaciones de las que quizás, de otro modo, ni siquiera se hubiera hablado entre los Plaza O’Byrne. Esto nos contó:

“El rojo más puro significa varias cosas para mi familia. Nos ha hecho ser conscientes de cómo, dentro de las relaciones familiares que teníamos, habíamos normalizado totalmente vivir con las amenazas, con un papá amenazado, y cómo esto se nos convirtió en paisaje; ese fue el primer aprendizaje: que lo habíamos normalizado todo, como lo hacemos la mayoría de los colombianos con la violencia en todo el país, pero ya vivirlo con un miembro de tu familia cobra otras dimensiones. Seguramente muchas personas ven la violencia como un asunto lejano, pero darnos cuenta de que nosotros mismos, a quienes nos ha tocado, también la hemos normalizado, habla de cómo nos hemos acostumbrado a eso.

Siento que también hacer la película significó poder hablar de cosas que antes no hablábamos, o que no habíamos hablado nunca; las familias a veces damos todo por sentado, y quizás existen pocos momentos en los que los hijos o hijas hacemos preguntas a los padres y esta película, a mí particularmente como hija, me permitió hacerle preguntas a mi madre y a mi padre que quizás si la película no hubiese existido no sé si hubiesen tenido lugar; de cierta manera la película se convirtió en un vehículo que permitió sacar asuntos a flote, como la relación de mi padre con nosotros, todo el trabajo de cuidado que mi mamá había hecho sin ser reconocido, que había estado ahí siempre, que había sido el sustento de mi familia, mientras mi papá estaba dedicado a la militancia. Yo creo que esas son cosas de las que nunca habíamos hablado y que además nunca habíamos reconocido, y esto significó el reconocimiento de esa labor gigante que hizo mi madre.

También [reconocer] las consecuencias que trae para toda una familia las decisiones de uno de sus miembros, consecuencias a nivel de relaciones, de la construcción de afecto. Y por último, ha significado [la posibilidad de] conocernos más. Yo, incluso, siento que en el momento que filmé a mi padre, que fue el primer momento que compartí adulta con él, fue cuando de verdad lo conocí, entonces creo que también la película nos ha traído, entre muchas cosas, conocer a quienes están detrás de esas personas que hemos visto como nuestras autoridades en la vida, que son nuestros papás y mamás”.

 

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Estas son las funciones en Medellín, Bogotá, Cali y Barranquilla

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