Por Cristina Hincapié Hurtado
Daisy Alexandra Sánchez Valderrama nació en Medellín, pero desde hace doce años vive en la ciudad de Bogotá donde disfruta de dos de las cosas más importantes de su vida: su hogar y su trabajo en la Agencia La Soledad. Es economista pero siempre ha disfrutado el contacto con la gente, y cada vez se siente más identificada con la filosofía del Bienvivir de Confiar.
Daisy Alexandra Sánchez Valderrama nació en la ciudad de Medellín hace 41 años, pero hace doce vive en Bogotá. Estudió Economía en la Universidad de Antioquia y desde los 16 años demostró su interés por lo social participando activamente en grupos juveniles y labores comunitarias, lo que le dio gran sensibilidad en el trabajo con la gente.
Se considera una mujer sencilla, que disfruta de las pequeñas cosas. Ama compartir tiempo con su esposo y su hijo, y disfruta mucho hacer deporte pues considera que ese es su regalo para ella misma. Trotar, montar bicicleta y compartir esta pasión con «su gran maestro» como se refiere a su hijo, son algunas de sus actividades favoritas. Estar al aire libre le da tranquilidad, por eso visita mucho los parques de la ciudad de Bogotá y los paseos a la biblioteca. Le gusta hablar y dedica buena parte de su tiempo libre a comunicarse con su hermano, sus hermanas y con la gente que quiere. Es inquieta, pregunta, participa, le gusta aprender y saber más de lo que no sabe.
A la capital llegó por amor, pues su novio, actualmente su esposo, vivía en esta ciudad y ella decidió mudarse para consolidar su hogar con él. En medio de las despedidas un gran amigo de la infancia, y que ha sido muy activo en la Cooperativa, le contó que próximamente se iba a abrir la primera agencia de Confiar en Bogotá, y la invitó a enviar su hoja de vida. A los quince días de estar en la ciudad comenzó el proceso de selección. En el mes de julio del 2006 ingresó a la Cooperativa donde empezó como asesora, cargo que ejerció durante cinco años; luego fue formadora de la Regional Zona Capital, que en esa época comprendía todas las agencias de Bogotá y Boyacá y ahí estuvo otros cinco años; luego pasó a ser la Coordinadora de Gestión Humana de la regional Bogotá-Boyacá y al año volvió al cargo de formadora donde estuvo hasta febrero de este año, cuando le pidieron que apoyara temporalmente la dirección de la Agencia La Soledad.
«No es el lugar, es el amor»
Para Daisy, enseñar lo que sabe y ser un referente de la cultura Confiar ha sido un gran reto, pero ella lo ha asumido con mucha pasión. Cuando alguien le pregunta por su trabajo dice que para ella es «como si hubiera llegado a la casa» y a donde vaya habla bien de Confiar. La vida en su barrio, en las organizaciones sociales y en los grupos juveniles la prepararon para el trabajo que hace en la Cooperativa, y los lazos que Confiar le genera están de alguna manera conectados con su historia.
Haber estado desde el inicio de la primera agencia en Bogotá, le ha permitido ver cómo la presencia de Confiar ha crecido en la capital del país. «¡Al principio no nos imaginábamos que Confiar iba a crecer tanto!», dice, y hoy se siente orgullosa de ser parte de esta historia y cuenta con gracia que en los taxis, cuando dice a dónde va, los taxistas le preguntan «¿Esa es la cooperativa de la canción “porque el futuro es Confiar”?». Daisy sabe que una de las razones de este crecimiento es el apoyo a la vivienda, pues hacer parte de la historia de las familias que tienen el sueño de mejorar sus condiciones de vida hace que ese apoyo tenga un valor emocional.
La diferencia que se nota en los empleados y empleadas de Bogotá es evidente para Daisy. La base social que tienen ahora, y que es cada vez más grande, está convencida de que trabajar en Confiar les permite relacionarse de manera diferente y entender que hay condiciones laborales que les pueden generar mayor bienestar.
A lo largo de estos doce años de ser parte de la Cooperativa, Daisy siente que lo que más la identifica con el trabajo es la filosofía de Confiar, especialmente con el concepto del Bienvivir: «Cuando Confiar comienza a apostarle al Bienvivir empieza a caminar por los senderos de la coherencia, porque se habla mucho de ahorrar con paciencia y gastar con parsimonia y esto tiene que ver con actos de confianza y de mejorar la manera en que nos relacionamos con el mundo», dice con alegría.
Cuando se habla con ella se entiende que esa pasión con la que vibra frente a este concepto está relacionada con su vida diaria. Daisy sabe y pone en práctica esa idea de que «el Bienvivir es poder ayudar al otro y entender que para ser felices no hacen falta muchas cosas». Caminar lento, compartir con el otro, conversar y ponerse en función de alguien más para que el otro crezca, son acciones cotidianas que también la hacen a ella caminar por el sendero de la coherencia.
Por eso ama caminar, estar en contacto con la naturaleza, estar con su familia y alimentar los vínculos que la conectan con los demás y que fortalecen su confianza, esa que define con un ejemplo: «es como cuando uno cierra los ojos y permite que el universo te levante sin tener que hacer nada más. Es como cuando tengo al lado a otro y me le puedo recostar y sé, ciegamente, que no me va a dejar caer».
Cuando le preguntamos por su lugar favorito en el mundo, nos dijo que su lugar favorito es donde están sus seres amados y donde puede compartir y servir, porque en últimas «no es el lugar, es el amor».