Por Sandra Valoyes Villa
El 8 de marzo, Día internacional de los derechos de las mujeres, es una fecha en la que las mujeres celebran su existencia, reconocen las desigualdades de género que aún persisten y conmemoran las luchas que han llevado a obtener o garantizar sus derechos. En 2019, colectivos de mujeres alrededor del mundo, convocan a un gran paro o huelga que sobrepase fronteras.
La Internacional Feminista, es una coalición de movimientos, redes, colectivos, personas y organizaciones que impulsan el paro o huelga de mujeres para el 8 de marzo. Claudia Velásquez López, integrante de esta coalición en Colombia, dice que el paro se promueve «porque permite hacer visible, denunciar y confrontar las violencias contra nosotras, que no se reducen a una cuestión privada o doméstica, sino que se manifiestan como violencia económica, social y política, y como formas de explotación y de despojo que crecen a diario».
Desde el año 2017 el paro de mujeres del 8 de marzo viene alcanzando varios países del planeta; a través de las señales internacionales de medios de comunicación, ha sido posible ver como en Argentina, España o Turquía, las mujeres se han manifestado de manera masiva y han mostrado qué pasa sin su presencia.
En Argentina se viene realizando el paro desde el año 2017, María Florencia Alcaraz, codirectora de Latfem y cofundadora del colectivo Ni una menos, cree que lo más poderoso es haber recuperado el valor del 8 de marzo como el Día de las mujeres trabajadoras: «en Argentina era una fecha en la que había movilizaciones, pero no siempre eran masivas y hoy es una convocatoria que ya forma parte de la agenda feminista y donde se unen la superación de las violencias femicidas con las reivindicaciones de las violencias económicas; y poner el aporte que nosotras hacemos al sistema económico y productivo es muy importante porque todas somos trabajadoras dentro y fuera de nuestras casas, las asalariadas y no asalariadas».
Aunque es un hecho que la movilización de las argentinas en 2018 fue contundente, la participación en estas acciones representa obstáculos para muchas trabajadoras; María Florencia Alcaraz comenta que «hay dificultades en sindicatos y en algunos gremios para adherirse, el cese depende de cada gremio y ámbito laboral y siempre ocurre que algunas compañeras son sancionadas o se les descuenta el salario por participar del paro».
Con todo y las dificultades que se presentan para la participación en el paro, en 2019 los movimientos de mujeres a nivel nacional e internacional siguen promoviendo salir a las calles y reivindicar derechos tan fundamentales como los sexuales y reproductivos, una vida libre de violencias y el derecho al trabajo digno,entre muchos otros.
Con estas acciones, dice Alcaraz: «las generaciones del futuro podrán ver todo lo que nosotras hicimos por estar vivas y por vivir de una manera más digna». Por su parte, Claudia Velásquez López afirma: «Sabemos que si nosotras paramos, podemos parar el mundo. Lo hicimos en el 2017, lo hicimos en el 2018 y lo haremos en el 2019».
Detenerse un momento para avanzar en la historia
Las huelgas de las mujeres han sucedido hace más de cien años con el fin de avanzar en el cumplimiento de sus derechos, entre las más famosas se encuentran las que han logrado derechos laborales. Por ejemplo, la huelga Pan y Rosas de 1912 (Lawrence, Estados Unidos) donde obreras textiles alcanzaron la reducción de la jornada laboral y un incremento de los salarios; o la de 400 obreras de la Fábrica de Tejidos de Bello (Colombia), que con su protesta en 1920, además de conseguir el aumento en el salario y la disminución en las horas de trabajo, marcaron un hito contra el acoso sexual en el ámbito laboral.
A estas luchas que se continuaron, llegó la reivindicación por la igualdad salarial, iniciada en 1968 con la huelga de tres semanas de 187 trabajadoras de la fábrica de automóviles Ford (Dagenham, Inglaterra) y su solicitud de un sueldo semejante al que recibían los varones que laboraban en el mismo establecimiento, se logró que para 1970 en todo el Reino Unido se proclamara la Ley de Igualdad Salarial. Unos años más tarde, en 1975 las trabajadoras en la huelga del «Día libre de las mujeres» (Islandia), consiguieron que para 1976 la discriminación de género en el trabajo y la escuela se convirtiera en una acción ilegal.
Así mismo son reconocidas en la historia manifestaciones por otros derechos como las distintas acciones en favor del sufragio femenino, y aunque no fue la primera ni la última protesta para alcanzar este derecho en el mundo, el 3 de marzo de 1913 en Washington, inició la carrera pública de las estadounidenses por la consecución de este derecho que alcanzaron en 1920. Hoy y aunque en la mayoría de los países las mujeres gozan de este derecho, se considera que la participación política aún contiene limitaciones y brechas que impiden a las mujeres llegar de manera igualitaria a los lugares de mayor representación y poder.
El derecho a una vida libre de violencias para las mujeres, es quizá uno de los derechos que ha tenido mayor movilización y visibilidad en los últimos años, para protestar contra este flagelo se han organizado varias y multitudinarias manifestaciones. Una de ellas fue la Marcha de las Putas que se inició en Canadá en 2011 debido a la indignación que generaron las declaraciones del policía Michael Sanguinetti, quien en una conferencia acusó a las víctimas de violencia sexual por la forma en que iban vestidas. Otra fue Ni una menos, una gran movilización que llegó a muchos países y que arrancó en Argentina en 2015 luego de la noticia del hallazgo del cuerpo sin vida de una niña de catorce años llamada Chiara Páez. El más reciente llamado es sin duda el Me Too, pues ha traspasado fronteras territoriales y físicas, considerándose el movimiento que en gran parte del mundo ha fijado reflexiones, acciones y vislumbrado soluciones para superar las violencias en contra de las mujeres y de manera puntual el acoso sexual.