Cultura

Cantar, tejer, crear, juntar: los verbos de las mujeres que componen la Paz

Por 19 agosto, 2021 Sin comentarios

Como parte del Festival Mujeres en Escena por la Paz, se realizó el XI Foro Polifónico – Asamblea de Mujeres. Sus mensajes, su fuerza y sus lecciones le dan sentido a tantos años de trabajo.

Un foro es un lugar donde los tribunales oyen y determinan las causas. Una polifonía es la música que resulta de la combinación de varias voces o instrumentos que al sonar simultáneamente forman un conjunto armónico. Y lo que presenciamos en Bogotá el sábado 14 de agosto es un foro polifónico, un lugar en el que se oyen las causas, pero también las respuestas, las salidas, las soluciones, las búsquedas, los deseos y los sueños. Y todo eso, a varias voces, formando un todo armónico.

Ese todo es el Festival Mujeres en Escena por la Paz. Y ese todo es, también, la vida de las mujeres colombianas que luchan, sueñan y trabajan todos los días para transformar el ruido tosco del patriarcado en una melodía de la que todas y todos podamos disfrutar. Ha de ser por eso que las feministas dicen que si no se puede bailar no es su revolución.

Como parte del Festival, se viene realizando desde hace once años el Foro Polifónico, una asamblea de mujeres activistas, lideresas y artistas, de todas las generaciones y de todos los territorios. Y aunque no es el cierre oficial del evento, porque las obras continuaron un día más, sí marca un momento culmen del Festival, pues es una reunión amplia en la que confluyen muchas de las ideas y personas que, según Patricia Ariza, directora del Teatro de La Candelaria, le dan sentido al Festival, pues sólo el teatro no alcanza; la militancia, el activismo, la movilización, las luchas diversas y la juntanza son indispensables para construir la paz.

En esta oportunidad, los temas centrales fueron la movilización y el estallido social, en los que las mujeres han tenido un protagonismo indiscutible, pues han hecho parte de múltiples grupos de protesta, de defensa de derechos humanos y de activismo artístico. Ellas encarnan la resistencia y el deseo de un país más justo, solidario, con garantía de derechos y en paz.

El covid: un contexto ineludible

Este encuentro no podía comenzar sin reflexionar un poco acerca de los sucesos que han marcado la vida nacional el último año: la pandemia y el Paro Nacional. Maryori Ortiz Álvarez, de la colectiva Semilla Feminista, nos recordó que tuvimos un momento pre-covid con múltiples manifestaciones en Latinoamérica y en Europa; en Colombia, incluso, comenzaba a avizorarse un estallido social hacia finales de 2019. Sin embargo, el Covid nos puso en pausa, pero también nos puso frente a la realidad inminente del hambre, la falta de garantías para derechos como la salud, la educación, el agua potable, el trabajo digno; las condiciones de la gente empeoraron y entre el “cierre y abra” de la economía, hoy todavía no hay soluciones. Así que bastó un llamado para que la gente saliera a la calle y dijera, en palabras de Maryori: “Juepucha, aquí hay que pelear por todo, porque ni antes, ni durante, ni después del covid el gobierno ha servido pa nada”.

A la polifonía también se sumó el sindicalismo. Ligia Inés Alzate, vocera de las mujeres sindicalistas del Comité del Paro Nacional, hizo un llamado vital: la necesidad de centrar la agenda económica en el cuidado de la vida. Tanto la pandemia como las causas del paro nos han demostrado que la vida no es una prioridad para los gobiernos, que la salud se deteriora, la represión no mide consecuencias y el cuidado parece que sólo fuera necesario para la infraestructura y el patrimonio material. Además, han retrocedido los derechos de las mujeres y, con ellos, el bienestar de las familias y las comunidades se ve en entredicho. Ante un contexto adverso, Ligia reafirma la necesidad de este encuentro. El que se vive dentro del La Candelaria, para ella, es un contexto de esperanza.

Resistencias de todos los colores

Beatriz Hernández (Semillas Verdes, Santa Marta), Diana Jembuel (Pueblo Misak) y Patricia López (Mujeres Nariñenses por la Paz).

El diálogo intercultural y territorial es uno de los principios con los cuales se construye anualmente este Foro Polifónico y las participantes dan cuenta de la riqueza y la diversidad de las mujeres de Colombia. Pudimos conocer a Diana Mery Jembuel Morales, lideresa del Pueblo Misak, una comunicadora que se enorgullece de ser una de las primeras mujeres misak con título de pregrado y posgrado universitario, trabaja en colectivos de comunicación y le aporta a este país un relato descentralizado con una mirada no colonial, feminista y popular. Dejó claro que “los derechos por los que peleamos no son de los pueblos indígenas, son los derechos de toda la humanidad”. Aplausos en la sala, gritos, hurras. Diana acaba de decir: “tumbar estatuas colonizadoras”. Y remata: “Como dice el legado de mi pueblo misak, hay que seguir tumbando para seguir avanzando, tumbando este pensamiento patriarcal”.

La Polifonía retumbó desde Cali con las voces de Isabella López Bermúdez y Laura Carolina Cruz Soto. Ellas llegaron de la capital de la resistencia para contarnos y hacernos sentir por qué allí las recientes movilizaciones se han vivido con tanta fuerza. “No fue estallido, fue cansancio social; una ciudad de negros que ha sido blanqueada, donde han mercantilizado la cultura negra, donde a la falta de empleo le llaman ‘economía del rebusque’. Pero Cali pasó de ser La Sultana del Valle a ser la Cali digna, la que resiste, esa es la Cali que queremos”. Laura Cruz, comunicadora y defensora de derechos humanos, explicó así la efervescencia de su ciudad; mientras que Isabella, quien pidió ser llamada ‘Libertad’, recordó el dolor de esos momentos en los que, en medio de una manifestación, un camión de la policía simplemente se la llevó. Sí, en la misma tierra en la que un hombre armado disparó indiscriminadamente y sigue libre, una mujer de 20 años fue retenida sin ninguna razón. “¡No estás sola, aquí está tu manada!”, cantaron las mujeres del público abrazando las lágrimas de Libertad.

Fueron muchas las expresiones de resistencia que pasaron por el Teatro La Candelaria. Desde Nariño, en el sur del país, hasta la Guajira, bien al norte; desde las activistas estudiantiles que apenas estrenan cédula en las próximas elecciones hasta las de toda la vida, las madres, abuelas y comadres que se mueven entre las calles, las plazas y las cocinas. La Escuela Feminista de Cali, la Campaña Defender la Libertad, Mujeres Nariñenses por la Paz, las Madres de Soacha, la Fundación Semillas Verdes de Santa Marta, el Esquema Feminista de Derechos Humanos de Bogotá, la Guardia Indígena del Cauca, las Mamás de Primera Línea, Afrodes, Las Comadres, colectivos de tejidos como el Costurero de la Memoria y las arpilleras de Surcos en la Piel. Todas ellas pusieron diferentes sonidos e instrumentos, voces de todos los tonos e intensidades, se unieron en una sola respiración y en un solo canto para decir que el cambio de este país es con nosotras. O no será. Así resonó el Foro Polifónico.

La música en armonía con la lucha social

Diana Avella conoció a Patricia Ariza y al Teatro La Candelaria cuando tenía 15 años. Luego, embarazada, participó de varios espacios en los que, más tarde, involucró también a su hijo —desde que gateaba—, y que en esta edición del Foro Polifónico la acompañó como DJ. Pero ella no fue la única rapera que estuvo en el Foro: Cristal Prodigia cantaba por primera vez en un teatro, cuentan que estaba maravillada con la tras escena, pues su revolución musical ha sido en las calles y poco de luces o camerinos le había tocado vivir, pero toda esa experiencia vital se quedó en el escenario y en el público la acompañó coreando por la libertad y la igualdad.

Victoria Sur también le regaló su voz a este Foro Polifónico; ella, guitarra en el pecho, recordó a Dilan Cruz: “Con las manos florecidas, con su voz esperanzada, con el alma apasionada, de propósito encendida, con la fuerza de la vida, con futuro en su mirada, su sonrisa iluminada apagaron en un día… Río que va cantando, río que va anunciando un sueño de justicia, respeto y libertad”. Y aunque había llegado hacía mucho rato, casi hacia el final de la jornada, Adriana Lucía cantó para las mujeres de esta asamblea. Anécdotas y reflexiones tejieron un diálogo musical del que también participó Cristal Prodigia, quien se acercó a la barranquillera, le susurró algo y luego tomó un micrófono para irrumpir con unas estrofas que le hicieron un juego a la canción No hay una vida que no nos duela, que compuso Adriana Lucía para honrar las vidas perdidas durante el Paro Nacional.

Y aunque no es música, vale la pena mencionar la obra del grupo Luciérnagas. Dos mujeres jóvenes excombatientes, “probablemente de la última generación de guerrilleras de las Farc”, según Ariza, hicieron un pequeño cuadro teatral en el que nos contaron todo eso que aprendieron estando en las profundidades del monte: a conocer las hierbas que curan, a sanar heridas, a reconocer los cantos de los pájaros y a predecir el clima. Hoy, a través de esta obra, ellas reafirman su compromiso con el Acuerdo de Paz, esperando vivir en un país en el que vivir en el campo y en las selvas no sea un sinónimo de desigualdad, pobreza o conflicto armado y que, por el contrario, se expandan las posibilidades de convivir en armonía con esa naturaleza que tan bien aprendieron a conocer.

Adriana Lucía y Cristal Prodigia

Todas las vidas feministas

Es difícil pensar que este Foro Polifónico tenga un acto central, pues todos los momentos estuvieron cargados de sentidos, “cada palabra fue cuidadosamente escogida”, nos dijo Magda Alberto Cubillos, quien hizo las veces de maestra de ceremonias, defensora de derechos humanos e integrante de la Instancia Especial de Mujeres para el Enfoque de Género en la Paz. Sin embargo, en esta ocasión, podríamos pensar que el homenaje a 22 mujeres, líderes feministas en diferentes escenarios sociales y políticos, fue uno de los más emotivos. Muchos motivos las pusieron allí: la creación de organizaciones y redes, la educación, la investigación, la defensa de los derechos humanos, la voz pública, el trabajo por la justicia, la participación política, la defensa de los territorios. Muchas resistencias juntas, muchas manos que, como dice Marta Gómez, “abrazan a la esperanza… manos de colores aplaudiendo algún cantar”.

Sus nombres tendrán que permanecer en la historia de una Colombia más justa, más libre y menos patriarcal:  Florence Marie Therese Thomas, Olga Amparo Sánchez Gómez, María Eugenia Ramírez, Magnolia Agudelo Velásquez, Magda Janeth Alberto Cubillos, Juanita Barreto Gama, Gloria Inés Ramírez, Marina Gallego Zapata, Adriana Vanegas Roldán, Jael Quiroga, Pilar Rueda Jiménez, María del Pilar Restrepo Mejía, Alba Cecilia Pineda Chila, Ángela María Robledo, Marta Buriticá, Alba Cecilia Pineda Chila, Inés Mujica Silva, María Helena Céspedes Sibiato, Ana Julieta Barbosa Rojas, Deisy Aparicio Bonilla, Patricia Ariza.

Este Foro Polifónico es una síntesis, es el resumen, es la radiografía, es la mejor representación de las mujeres que somos y que soñamos con un país en el que tengan cabida todas las formas de cuidar, de sanar, de amar, de luchar y de vivir en paz.

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