A propósito de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer Indígena, Hilda Domicó Bailarín nos comparte una columna de opinión en la que presenta la situación de las mujeres indígenas y la importancia de su empoderamiento para la participación en escenarios políticos que aporte al rescate y reconocimiento de la identidad como mujeres indígenas.
Columnista invitada
Ponothuma Domicó Bailarín (Hilda Domicó Bailarín)
Soy Mujer indígena, perteneciente al pueblo originario Embera Eyabida, nacida en la hermosa región del Urabá antioqueño, residente en la ciudad de Medellín. Consejera de Justicia de la Gran Nación Embera y estudiante de la Licenciatura en Pedagogía de la Madre Tierra de la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia.
Las mujeres indígenas tenemos un rol clave dentro de nuestros pueblos en lo que se refiere a la transmisión intergeneracional de las tradiciones espirituales, la historia de los pueblos, su filosofía y en la defensa de la tierra, el territorio y los recursos naturales.
Medellín, una ciudad donde están presentes diversidad de culturas, cada una de forma distinta, descubre las maneras de permanecer en esencia de su identidad y el tejer para no olvidar nuestro territorio, nuestro pueblo, la palabra dulce de nuestros abuelos y abuelas en el ejercicio de ser seres colectivos, como principio espiritual y cultural.
Abrimos escenarios que nos permiten encontrarnos unas con otras en un círculo de palabras e intercambios de saberes, para compartir la situación de ser mujeres indígenas con nuestras familias.
Casi todas mujeres tejedoras, sabias, portadoras de gran conocimiento y fuerza, nos vamos desvaneciendo frente a la necesidad, al hecho de ser desplazadas, madres e indígenas obligadas a cambiar las costumbres para no ser señaladas como mujeres en situación de calle, tener la preocupación que en la ciudad todo tiene un precio y no estamos capacitadas para las oportunidades que nos ofrecen, a la vez, hace necesario resistir ante el afán de los grupos al margen de la ley, que cada vez se acercan más a nuestros jóvenes arrebatando la posibilidad de vivir en armonía familiar.
Algunas mujeres tenemos roles muy activos en el fortalecimiento de las organizaciones políticas, sociales y culturales, asumiendo responsabilidades en espacios claves, en donde demandamos respeto a nuestros pueblos. Esto ha posibilitado la visibilizacion de la multiplicidad de voces y posturas.
Nuestra participación política contiene un mandato complejo y unos principios por herencia ancestral basados en el territorio, la cultura, la unidad y la autonomía, ya que incluye el derecho a la libre determinación de los pueblos originarios, porque reclamamos el derecho a buscar el desarrollo económico, social y cultural de nuestras comunidades, a la par de participar en las decisiones tanto en nuestros espacios locales como en las decisiones y construcciones de las políticas públicas que poco o nada cuentan con nuestra activa participación, la falta de garantías en el acompañamiento de la transmisión de la lengua originaria hace que haya una gran distancia y que sigan siendo otros quienes construyan en nombre de quienes se encuentran ausentes.
Al no ser reconocidas por nuestra condición cultural de ser mujeres e indígenas, nos permitimos hacer un camino que nos lleve a unirnos en una sola voz, por cada mujer que ha sido callada, ignorada y vetada, tanto en los espacios internos comunitarios, como en el sistema político.
Por el futuro y los sueños de nuestros hijos e hijas.
Por un reconocimiento de nuestra identidad cultural.
Por el derecho a un territorio para una vida digna.
Por la visibilización de las mujeres indígenas, como transmisoras de saberes.
La posibilidad de vivir en dignidad en una ciudad que debe reconocer la diversidad.
Se requiere adecuar un espacio de intercambio de conocimientos entre las diferentes culturas para lograr un verdadero reconocimiento por el otro. Que las políticas públicas se orienten hacia una verdadera inclusión y reconocimiento de la mujer indígena en la ciudad y con una implementación que garantice la atención de las mujeres indígenas con un real enfoque diferencial.
as para lograr un verdadero reconocimiento por el otro. Y así tener una participación activa para la construcción de nuevos horizontes interculturales. Dándole un sentido al territorio como garantía de vida.
Y así tener una participación activa para la construcción de nuevos horizontes interculturales. Dándole un sentido al territorio como garantía de vida.
Ponothuma Domicó Bailarín (Hilda Domicó Bailarín) es educadora y líder indígena, ha organizado procesos de autoconciencia con mujeres indígenas, ha participado en la Mesa Nacional de Concertación entre los Pueblos Indígenas y el Gobierno Nacional, y en procesos para la erradicación de la pobreza como la Red de Mujeres Emprendedoras. En 2005 fue postulada para el Premio Nobel de la Paz por su trabajando en proyectos de educación, promoción de derechos y organización social de indígenas víctimas del conflicto armado. Actualmente hace parte del colectivo EUMARA «El camino de la sabiduría que nos une» donde trabaja con mujeres indígenas y sus familias para el fortaleciendo de la identidad cultural, cursa estudios de Licenciatura en la Pedagogía de la Madre Tierra de la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia y es Consejera de Justicia de la Gran Nación Embera.
Hilda gracias por mostrarnos y demostrarnos sus valores como mujer y como inddigena. Su aporte, presencia y resistencia aemoniza esta sociedad necesitada de ambientes fraternales desde las diferentes identidades en la ciadad. Un gran Abrazo lo en este día de la mujer.
Hola Hilda tuve la oportunidad de conocerte en mi caminar misionero. Fue una gran riqueza. Te admiro por tu lucha permanente de los derechoa indigenas especialmente el de la mujer