Por Sandra Valoyes Villa
En el campo del arte, un mundo clasista, euro y androcéntrico, Liliana Angulo Cortés se ha formulado preguntas alrededor del ser afro, ha cuestionado palabras como negro o negra, asuntos como los estereotipos y representaciones del ser afrodescendiente, y le ha apostado al empoderamiento de las mujeres y sus comunidades desde la redefinición de la propia identidad.
Liliana Angulo Cortés es una artista plástica afro, habitante de la ciudad de Bogotá. Ha explorado en sus prácticas artísticas la identidad y las representaciones de la gente negra. Es maestra en Artes Plásticas con especialización en Escultura de la Universidad Nacional de Colombia. Ha desarrollado estudios de maestría en Antropología en la Universidad de los Andes en Colombia, y de Artes Plásticas en la Universidad de Illinois en Chicago, Estados Unidos.
Con diversidad de formatos, entre los que se encuentran la fotografía, la instalación y la escultura, Liliana, ha cuestionado los estereotipos y las maneras en las que el lenguaje y las imágenes pueden causar opresiones, porque según su experiencia «en los medios hegemónicos y en el circuito artístico, lo afro se entiende todavía como algo abstracto, lejos de las realidades de las personas, entonces hay mucha objetualización y simplificación respecto a lo que es nuestra cultura, a lo que es nuestra vida, nuestra gente. Creo que ocurre para mantener una estrategia de la dominación sobre ciertos grupos y para conservar los privilegios de otros grupos».
Su apuesta, además, ha sido revisar la historia, para como ella dice «empoderar también a la gente». Parte de su trabajo y acción de los últimos años se ha centrado en la participación de procesos comunitarios, en especial con colectivos de mujeres y su interés por estos grupos es lograr sinergias.
Los estereotipos ya no son más una inquietud
Hace veinte años, aproximadamente, Liliana inició su búsqueda y reflexión desde el ser afrodescendiente. En ese entonces su intención era impactar en los públicos, a veces generando incomodidad, pues en aquel momento sentía que no abundaba la reflexión sobre la imagen y los estereotipos construidos alrededor de la cultura afro. Muchas de las obras por las que la artista ha sido reconocida, deben ser leídas en la actualidad como parte de ese proceso, de esa inquietud y reflexión, que ella valora de la siguiente manera: «veinte años después estamos en un contexto donde las redes sociales existen, donde todos estamos con cámaras y celulares todo el tiempo en la mano, entonces esa pregunta ha cambiado y ya varias de esas imágenes cumplieron su función».
Cuando habla de esas imágenes se refiere a obras como Un negro es un negro (1997), Negro utópico (2001), Negra menta (2003) o a las construidas desde su reflexión de este concepto, que también dejó de ser una inquietud para ella hace un tiempo. Aunque su trabajo plástico ha sido una manera de investigar sobre la imagen y representación de la cultura afro, que le ha posibilitado proponer a la sociedad preguntas sobre el racismo, el machismo y la colonialidad, dice que «los estereotipos ya no son más una inquietud». Para comprender ese trasegar de la propuesta artística de la artista Liliana Angulo Cortés, se recomienda consultar el libro Retratos en blanco y negro de la filóloga, editora e investigadora en historia del arte Astrid Giraldo Escobar.
Las mujeres y su presencia negra
En 1852 en la capital antioqueña, el inglés Henry Price realizó una acuarela en la que se retrata a una mujer afro de la época, esta pieza titulada Medellín: Retrato de una negra, data del mismo año en el que se abolió legalmente la esclavitud en Colombia, y permite, como dice Angulo Cortés, considerar una «larga presencia de gente negra en Medellín y en el territorio antioqueño».
Basándose en esta obra, en 2007, la artista crea el proyecto Presencia Negra, en el que a través de la fotografía propone: Medellín: Retrato de Lucy Rengifo. Este proyecto, además, se constituye como el primero que la artista formuló con colectivos de mujeres, y fue la Red Kambirí en Medellín quien la acogió para desarrollar la idea que incluyó una recopilación de relatos sobre la experiencia de las mujeres afro en la ciudad junto con unas creaciones visuales que ellas realizaron a partir de imágenes propias o encontradas en la prensa.
La curadora Astrid Giraldo Escobar, en su publicación Retratos en blanco y negro, anuncia que con la obra de Angulo Cortés «por primera vez en la tradición plástica colombiana, las mujeres afrodescendientes se erigen, ya no como consumidoras pasivas de representaciones exóticas de sí mismas, sino como productoras de sus propias imágenes más allá del exotismo o el paternalismo».
Liliana continuó construyendo proyecto con colectivos de mujeres con su propuesta Quieto pelo, en la que retoma tanto el conocimiento de las mujeres afro alrededor de los peinados, como sus propias exploraciones acerca del pelo desarrolladas en anteriores etapas de su producción artística. En esta experiencia, la artista, conecta las creaciones de peinadoras, la comunidad y el empoderamiento, a partir de la autoconciencia:
«Con Quieto pelo lo que me encuentro es que muchas mujeres vienen de lugares empobrecidos, no han tenido acceso a la educación y están trabajando por la supervivencia, viven violencias de todo tipo, no solamente intrafamiliar sino también en sus contextos, entonces el reunirnos entre nosotras a conversar de estas cosas, a hablar de cómo valorar el trabajo manual que ellas hacen con los peinados, cómo cobrarlo y el simple hecho de compartir, ayuda a poner en perspectiva la historia de vida propia. Además, en estos procesos el proyecto se vuele un puente para que las mujeres se relacionen con gente de otros lugares, y en esa medida se dan cuenta que también hay personas viviendo experiencias similares».
Este proyecto la acercó a colectivos de mujeres negras de distintas ciudades de Colombia, Brasil, Cuba y Estados Unidos, y en estos lugares ha promovido sinergias para que la práctica artística que ella propone sirvan al ejercicio que estos colectivos construyen con las comunidades, «de manera que no quede suelto como simplemente un esfuerzo artístico, sino que sea como unir fuerzas».
Con sus prácticas artísticas, Liliana Angulo Cortés, ha transitado por las versiones de lo que significa ser afro desde una mirada externa, generalmente estereotipada y que muchas veces redunda en el racismo y el machismo, para luego concentrarse en la resignificación del ser afro desde la propia experiencia. Una apuesta que le otorga a las mujeres una oportunidad para ser agentes y protagonistas de su propio cuerpo, imagen e identidad.